El secreto y el Presidente

El secreto y el Presidente

JULIO BREA FRANCO 
 Un secreto muy guardado continúa siendo el documento de propuesta para la reforma constitucional que aún reposa en las manos del Presidente de la República. Se desconoce cuándo será introducido al Congreso Nacional y, obviamente, también su contenido. La comisión a la que se encargó de redactarlo concluyó sus labores en abril pasado.  

Si algo se ha sabido al respecto hay que agradecerlo a CLAVE que, tanto en su formato digital como en el escrito, ha hecho avances y calzado algunos comentarios. Sin embargo, no es recomendable analizar ni valorar nada sin tener los papeles en la mesa. No solo el anteproyecto, sino también el pliego de motivaciones, consideraciones y razones que sustentan las más importantes reformas y novedades. Es lo menos que puede pedirse para realizar un análisis profesional y responsable.

El Presidente, al parecer, ha considerado que el momento político no ha llegado. Por eso no lo ha introducido. Sin embargo, ya se vive la euforia del proselitismo para la elección presidencial del próximo año con las tensiones y el malestar propio de un intento de reelección. Precisamente, por esa decisión, en el partido oficial, hay inconformidad que no se supera. En la oposición, en particular el Partido Revolucionario Dominicano, ya está en andanzas de contrapunto electoral.

 El ambiente, por consiguiente, no sería el más adecuado para una reforma constitucional que no esté atada a lo contingente. La propuesta presidencial no será tomada como superparte, sino todo lo contrario. Será vista como un planteamiento que interesa al Presidente y a sus intereses de parte. Pero a pesar de ello, no puede descartarse que sea presentada y se trate de aprobar antes de las elecciones venideras o inmediatamente después, en el interregno, antes de iniciarse el próximo período constitucional. No sería eso lo sensato pero la nuestra es una política de insensateces. 

Es de pensar que el documento elaborado por la comisión sea el resultado de un trabajo ponderado y lúcido. Nada obliga a que sea de otra manera. Tampoco que refleje ni evidencie partidarismo ni mala fe. Ha debido ser un esfuerzo profesional y bien intencionado. Ciertamente que habrá diferencias de criterios con relación a algunas soluciones dadas al documento pero para eso es que se debate.

No se sabe si el Congreso, cuando apruebe la ley que declare la necesidad de reforma de la Constitución y se inicien los trabajos en la Asamblea Nacional, si se abrirá un período de debate abierto. Debería hacerse después que se llevara a cabo una consulta popular – nada novedoso pues eso mismo se realizó en 1998 – y que sirvió como insumo o imput para el trabajo de la comisión.

A trabajo concluido  -si se es coherente con las declaraciones entusiastas del Presidente – se impone la discusión ex post para que la iniciativa sea «genuinamente democrática» previo a su deliberación y aprobación. También eso sensato pero no probable. Hay aspectos que merecen comentarios por separado. A guisa de ejemplo: la reelección presidencial, la unificación de las elecciones presidenciales y congresionales y la reestructuración del organismo electoral.

El primer aspecto es muy sensible: el documento establece una única reelección consecutiva con la imposibilidad absoluta volver a ejercer la presidencia y la vicepresidencia. ¿Qué sucederá con el actual Presidente Fernández quien fue elegido y se juramentó con el texto vigente en el 2004 que establece: «El Presidente de la República podrá optar por un segundo y único período constitucional consecutivo, no pudiendo postularse jamás al mismo cargo, ni a la Vicepresidencia de la República»?

Si es reelegido lo lógico será que no podrá postularse jamás. ¿Y si se juramenta en el 2008 con un texto reformado? ¿Pretenderá reelegirse arguyendo que se trata de un orden nuevo? Ese es un asunto que hay que considerar y clarificarlo mediante una disposición transitoria. La claridad sin embargo no va con la manera en que hacemos política. Pero ha de hacerse. Es que no hay Presidente que resista más de una reelección ni país que lo aguante. Aunque entre el mar, sea un salto al vacío o que sea por la «gobernabilidad».

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