El sector eléctrico: poniendo la tapa al pomo

El sector eléctrico: poniendo la tapa al pomo

POR RAMÓN PÉREZ MINAYA
Después de cuatro años de reiteradas promesas de las autoridades gubernamentales asegurando que se habrían de tomar las medidas necesarias para normalizar el suministro de energía eléctrica, hoy al finalizar el periodo gubernamental, nos encontramos con un apagón sin precedente. El fracaso ha sido fehaciente.

Se arguye ahora que el sector no tiene solución. Si eso es así, las autoridades son culpables, por lo menos, de no haber tenido la visión de que se estaba ante un callejón salida y que eran innecesarias las improvisas y temerarias medidas que se tomaron y que a la postre, vistas retrospectivamente, no han servido para nada y lo que han hecho es complicar más aún más todo el embrollo.  Ahora resulta que finalizando la gestión y poniéndole la tapa al pomo, la prensa informó la pasada semana que había tenido acceso al contrato mediante el cual las distribuidoras  EDENORTE y EDESUR habían cedido en pago a las empresas de generación eléctricas privadas (las IPPs), una porción de sus cobros equivalente a RD$3,078 millones en dos años.

Las circunstancias de esta operación abren nuevos cuestionamientos sobre la actuación de nuestras inauditas autoridades eléctricas.

En primer lugar, la publicación de la prensa indica claramente que no se trata de un comunicado oficial, sino de una información que se obtuvo  mediante fuentes no regulares. Puesto de otra forma, todo hace suponer que se trata de algo que se tenía deliberadamente oculto y que los medios informativos lo han develado.

El misterio creado por la falta de información sobre esta extraña y desfasada operación suscita muchas preguntas.

¿Por qué no se esperó unas semanas, tal como lo demanda un sano y transparente procedimiento, para que las nuevas autoridades enjuiciaran el contrato dentro de su estrategia financiera y tomarán la decisión final? ¿Qué justifica este apresurado proceder? ¿Por qué el pago de comisiones a una tercera empresa denominada “agente de cobro”? ¿Por qué no se contrató un banco que es la institución idónea para realizar este tipo de gestión.

Por qué se pagan las deudas de unas empresas y las de otras no. Qué méritos tienen esas deudas que se les ha concedido una obvia prioridad, en perjuicio, posiblemente de otros de otros acreedores. ¿Cuál es la lógica financiera de comprometer los ingresos futuros de una empresa que no puede cubrir sus costos¿ De hecho con este contrato y la deuda creada con la compra de las empresas de Unión Fenosa, las distribuidoras del Estado posiblemente tengan comprometido más del 25% de sus ingresos.

Todavía más, un tiempo atrás se decía que el Banco Mundial estaba en la disposición de aportar los recursos necesarios para saldar las deudas del Estado con las generadoras. El monto del préstamo inicialmente previsto, no se desembolsó, precisamente, por el rompimiento con el FMI ocasionado por la intempestiva y cuestionada  compra de las empresas distribuidoras de Unión Fenosa.

Para fines prácticos, este sorpresivo y desconocido contrato que le cede parte de los flujos de las distribuidoras del Estado a las IPP, hace innecesario, por lo menos, en parte, el posible préstamo del Banco Mundial. Consecuentemente, lo anterior implica, que la CDEEE está dificultando las soluciones financieras a  las nuevas autoridades.

El destape de esta inoportuna y temeraria operación apenas a unas semanas antes de entregar  la administración, más que una imprudencia y una indelicadeza, representa un golpe bajo que viene a complicar el enredo financiero.

Si se trata de una zancadilla política a las próximas autoridades, somos  nosotros los consumidores lo que habremos de pagar esta osada iniciativa, con más dinero y con más apagones.

Hoy llegamos al final de esta gestión con la insólita y paradójica situación,  en que, por primera vez en décadas, disponemos de una capacidad de generación por encima de la demanda, y sin embargo el país se encuentra en la penumbra, con el sector eléctrico en quiebra y unas autoridades que todavía, en el último momento, tienen el atrevimiento de complicar más el enredo financiero creado por ellas mismas. Vivimos en un extraño mundo macondiano.

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