El sector externo dominicano

El sector externo dominicano

El déficit de cuenta corriente acumulado de los tres primeros trimestres de este año ascendió a $4020 millones de dólares (RD$142,710 millones) esto significa que los dominicanos con nuestros gastos generamos ingresos, ventas y empleo en el resto del mundo en exceso por ese monto, de lo que los ciudadanos del resto del mundo gastaron en los productos que nosotros producimos. Y eso es así aun descontando la parte de sus salarios que los  trabajadores dominicanos residentes en el exterior nos mandan al país (remesas). No es equitativo que un país pobre como el nuestro con un 15% de sus trabajadores que quieren trabajar desempleados, estemos creándoles empleos y ganancias a nuestro principal socio comercial, el país más rico del mundo: Estados Unidos.

Pero es todavía más injusto el que para poder financiar ese exceso de gastos en relación a nuestros ingresos, tengamos que ofrecerles a los inversionistas extranjeros tasas de interés por sus ahorros en dólares tan altas que nuestros pequeños y medianos empresarios, así como los ciudadanos que tienen préstamos hipotecarios, casi no pueden pagar a los bancos. Aun así el ahorro externo en dólares que tuvimos que atraer al país fue insuficiente para financiar ese déficit corriente y por eso el Banco Central tuvo que poner $261 millones de sus reservas en dólares para evitar que el dólar subiera a más del $35 por uno. Todos esto para que el negocio de importar o prestarle al BC sea más rentable que exportar o producir en el campo.

El Banco Central mantiene reservas líquidas en dólares por el orden de los $2000 millones lo cual le cuesta al Central más de 14% al año, por la parte que decide retirar, vendiendo sus certificados, de los pesos que inyectó a la economía cuando compró los dólares. Pero esas reservas no la mantiene el BC en efectivo, una proporción importante se la presta al gobierno norteamericano que paga un interés de apenas 1% o 2% al año. Fíjese que el Banco Central sale perdiendo. Como dice Stiglitz, en “Cómo hacer que funcione la globalización”, hay otro costo más oneroso por mantener esas reservas y es las ganancias privadas y sociales que podrían obtenerse invirtiendo esos fondos en proyectos de inversión en el país en vez de financiarle el gasto al gobierno norteamericano.

Estas altas tasas de interés aumentan la fragilidad financiera del país, puesto que ha estimulado un aumento excesivo de los préstamos externos de corto plazo, cuyo monto a junio era $560 millones más que el valor de las reservas líquidas del BC, algo muy peligroso.

Este injusto orden económico global tendrá que cambiar si así lo decide una coalición de estados naciones y organizaciones sociales que están presenciando el fallo de mercado más gigantesco de la historia: cómo los países más ricos transfirieren sumas astronómicas de los recursos de sus contribuyentes para salvar un sistema financiero global incapaz de cumplir con las funciones elementales que la sociedad espera del mismo.

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