El secuestro de la representatividad

El secuestro de la representatividad

Me hierve la sangre cada vez que escucho a algún político intentar descalificar a los voceros de las entidades de la sociedad civil alegando que si desean debatir sobre políticas públicas deberían meterse a políticos, como si sólo los políticos tuviesen calidad para discutir los temas más trascendentes para la comunidad.

Debe irritarles ver a voceros de estos grupos ponerles una pica en Flandes cada vez que pueden. Peor debe saberles el que reciban tanta cobertura mediática, quizás gracias a que prominentes periodistas son también de los principales activistas de algunos de los compactos de la sociedad civil. Quizás a los del Gobierno les agradaría más que fuera la oposición, sus colegas políticos, quienes orienten a la opinión pública, pero resulta que en opinión de su jefe, estos no saben conceptualizar.

A varias de las más influyentes organizaciones no gubernamentales (ONGs) que operan exitosamente en el país, ciertos políticos las han intentado descalificar señalando que son marionetas de quienes las financian, que en algunos casos es la Agencia Internacional para el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID), cuya agenda incluye a veces cuestiones que no coinciden con las agendas de los políticos, especialmente en materia de transparencia y lucha contra la corrupción.

La cuestión es que las entidades de la sociedad civil son tan variadas como intereses grupales hay. Son ONGs desde Mujeres Dominico-Haitianas (MUDHA) de Sonia Pierre hasta los Auxiliares Navales Dominicanos, pasando por Participación Ciudadana y hasta Funglode.

Según el Banco Mundial: “el término sociedad civil se refiere a una amplia gama de organizaciones no gubernamentales y sin fines de lucro que están presentes en la vida pública, expresan los intereses y valores de sus miembros y de otros, según consideraciones éticas, culturales, políticas, científicas, religiosas o filantrópicas. Por tanto, el término organizaciones de la sociedad civil abarca una gran variedad de instancias: grupos comunitarios, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, grupos indígenas, instituciones de caridad, organizaciones religiosas, asociaciones profesionales y fundaciones”.

Quizás, entonces, vista la inmensa diversidad, cada una debería transparentar con mayor honestidad qué las anima, cómo se financian, por qué algunas lucen más empeñadas en denunciar o hacer notas de prensa que en proponer soluciones o participar en ellas. Y sobre todo, dejar de arrogarse una representatividad de que carecen, pues ninguna realmente habla a nombre de toda la sociedad civil, de la cual son apenas una parte.

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