El segundo de los dos errores de interpretación de Informe PNUD

El segundo de los dos errores de interpretación de Informe PNUD

RAMÓN TEJADA HOLGUÍN
En el artículo anterior sostuve que se cometía dos errores de interpretación al leer el Informe de Desarrollo Humano del 2008. Estos son: 1) pensar que se refiere a la coyuntura actual y no a procesos estructurales; y 2) creer que plantea que los partidos dominicanos son la suma de todos los males, mientras que la sociedad civil es la suma de todas las virtudes. Del primer error escribí en el artículo anterior.

El segundo error provoca la ilusión de que existe una división radical entre organizaciones civiles, partidos políticos y ciudadanía. Como si no existieran mutuas influencias. Como si sólo los partidos fueran clientelistas. Algunos analistas, comentaristas y comunicadores han sostenido que el Informe plantea que los problemas del sistema político solo la ciudadanía, o la sociedad como un conjunto abstracto, puede enfrentarlos y modificarlos, observando a los partidos como el enemigo malo. No es tan sencillo, porque los partidos son a la vez parte del problema y de la solución, son retrancas y al mismo tiempo espacio de lucha para mejorar nuestra democracia.

Si bien en el Informe se escribe de la necesidad de constituir y organizar la voluntad colectiva, no es de cualquier “voluntad colectiva”. La influencia del empresariado y sus organizaciones es decisiva en la sociedad, el Estado y los partidos.  ¿Cuál es el déficit de organizativo dominicano? El de la ausencia de organizaciones de las personas excluidas en lo socio-económico y político. No es la ciudadanía en general que debe empoderarse y organizarse, porque quienes tienen poder y dinero ya lo están.

Lo que se necesita es empoderamiento y organización de los pobres y excluidos, de los desempleados, de los informales, de los trabajadores peor remunerados y con escasa protección social, de los habitantes de los barrios populares y las zonas rurales más pobres. Para que sean tomados seriamente en cuenta por las políticas públicas. Organizaciones propias, para que puedan defender sus intereses, y para que las organizaciones partidarias le presten atención y no sólo busquen la simbiosis clientelar.

En el Informe hay fragmentos que reconocen lo conflictivo de la relación partidos, ciudadanía y organizaciones ciudadanas. En el capítulo II se establece que el clientelismo es un fenómeno socio-político-económico,  porque observa que las redes clientelares locales están formadas por los caudillos, las organizaciones, y las estructuras partidarias locales (página 72).

Las redes clientelares no son como la diosa Minerva, que surgió adulta, y preparada para el combate, de la cabeza de su padre, Júpiter, no surgen de los cerebros perversos de los partidos políticos. Combatir el clientelismo no es tan sencillo como eliminar a Júpiter y a Minerva. Ojalá fuera así. En el Informe se presentan propuestas, y las mismas involucran un fortalecimiento de las organizaciones de los pobres, y un cambio del sistema de partidos. Es decir, no se trata de destruir a uno o todos los partidos del país, sino hacer que representen en mayor medida los intereses de la mayoría y no los de unos cuantos.

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