El seis de enero, un día de alegría y de frustración a la vez

El seis de enero, un día de alegría y de frustración a la vez

LUIS ACOSTA MORETA
La celebración del día de reyes, que tiene su origen en lo puramente religioso, cuando los magos guiados por una estrella se desplazan a adorar al niño Jesús, llevando consigo oro, incienso y mirra. No cabe la menor duda de que la tradición popular religiosa convierte a los Magos de Oriente que menciona el evangelio de Mateo, en nuestros Reyes Magos o Santos Reyes. Desde el año 400 se viene celebrando el 6 de enero como día de los Reyes Magos.

Obviamente desde aquella fecha a la actual, es mucho lo que se ha cambiado en cuanto a las motivaciones para la celebración del 6 de enero.

El mundo de hoy que gira y está ordenado en torno a lo comercial, crea una cultura de la competencia en cuanto a la exhibición de cosas. Cultura esta que en muchos casos pudiera moldear el comportamiento de los niños de una manera negativa.

Los niños esperan con ansiedad el 6 de enero para exhibir ante sus otros compañeritos de escuela, colegio, barrio y campo lo que le dejaron los Santos Reyes. Pero en esta sociedad de consumo, no se mira ese regalo como un gesto de re-conocimiento por parte de los padres, sino como la capacidad económica y el status social de esa familia.

Desgraciadamente el 6 de enero, se ha convertido en un día de alegría, para aquellos niños cuyos padres le pueden comprar regalos costosos, pero de frustración para aquellos que son hijos de padres pobres y que por consiguiente no pueden comprar esos regalos tan costosos.

La sociedad con su dinámica crea una presión tanto a los padres como a los niños, que terminan con un sabor de insatisfacción como ser humano. Son muchos los padres que hacen un esfuerzo económico por encima de su capacidad, para cumplir con esa tradición que de religiosa ha pasado a lo puramente comercial.

Ante esta situación el niño en vez de cultivar el sentimiento religioso de adoración y reconocimiento, cultiva el sentimiento de la envidia y del odio, al ver que su regalo de Reyes, no es igual al de su otro compañero.

Debiera la iglesia, que es la cuna de esta tradición, fortalecer desde el núcleo familiar, el sentimiento religioso de este día. Obviamente no debe ser una tarea exclusiva de la iglesia, sino que también quienes de alguna manera interactuamos en esta sociedad debemos poner nuestro granito de arena.

La razón de ser del regalo en el día de Reyes a los niños, no debiera circunscribirse en el ámbito de la exhibición para demostrarle al vecino que puedo más que él, sino en un re-conocimiento y un estímulo para que, como ser humano el niño se vaya afianzando.

Ciertamente el día de Reyes se ha convertido en un verdadero desafío, para los padres de familias, como para los propios niños. Esa lógica comercial que es la impera en el mundo de hoy, nos conduce a actuar no bajo el sentimiento religioso y de re-conocimiento al talento del niño, sino a la exhibición de cosas (en este caso regalos), cultivando el sentimiento de odio y de envidia.

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