El ser humano, comprendido desde la perspectiva unitaria

El ser humano, comprendido desde la perspectiva unitaria

René Descartes

Por Pedro Roberto Rodríguez Almánzar

Pensar y ver al ser humano desde la perspectiva unitaria es tener una comprensión cohesionada, entendida aquí como término abarcador desde su razón, cuerpo, alma, emociones, espíritu, y no comprenderlo por cada una de estas partes por separado. La visión unitaria del ser humano ha sido defendida por grandes pensadores como Aristóteles y Santo Tomás de Aquino. No obstante, paralela a esta ha existido y sigue existiendo, la visión dualista del ser humano, es decir, lo piensan y lo ven como espíritu y materia, cuerpo y alma. En otras palabras, determinan al ser humano en lo uno o en lo otro. También esta visión ha tenido sus representantes tales como Platón y San Agustín.

La pretensión de este escrito no es endiosar el pensamiento de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino y satanizar el pensamiento de Platón y San Agustín, más bien, la intención al escribir este pequeño texto es que podamos profundizar en la importancia que tiene el que podamos pensarnos y reconocernos desde una perspectiva unitaria y evitar caer en reduccionismos del ser humano dividiéndolo por partes, una tentación en las que muchos pensadores de todos los tiempos han caído.

“El hombre, pues, ha de ser una sustancia compuesta de materia y forma: la materia del hombre es el cuerpo y su forma el alma”. Este era el enfoque que daba Aristóteles al ser humano. Por otra parte estaba Santo Tomás que buscó cristianizar la filosofía aristotélica y que expresaba lo siguiente: El ser humado dotado de cuerpo y alma debe saber muy bien que será a través de su cuerpo que podrá transmitir lo que surge de su propia inteligencia, dado que entre todas las creaturas, solo él tiene tal disposición y por ende, cada acción deberá estar marcada por su racionalidad, o como el también teólogo lo sostiene, por su inteligibilidad. Vemos que hasta cierto punto la visión antropológica de estos dos pensadores son afines y compartidas.

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El enfoque dualista del individuo visto desde Platón se entendía que existían dos mundos, por un lado estaba el mundo de las ideas, entendiendo idea como el alma, el espíritu, y por el otro lado estaba el mundo de la materia, entendiéndose materia aquí como cuerpo. Para Platón, el alma estaba considerada en un estado superior al cuerpo por el hecho de que el alma perduraba en el tiempo mientras que el cuerpo no. Años más tarde San Agustín de Hipona, que venía de la corriente maniqueísta, también una doctrina dualista y luego convertido al cristianismo es influenciado por el pensamiento platónico. Platón afirmaba que “el alma participaba de las propiedades de las ideas”. El argumento de San Agustín es muy parecido: “puesto que la verdad es inmutable y eterna y el espíritu humano está inseparablemente ligado con la verdad, tiene que ser el espíritu humano también eterno, más allá de la condición temporal”. Con estas palabras se deja entrever el enfoque antropológico dualista que hace San Agustín concediendo supremacía a lo espiritual sobre lo temporal.

En el siglo XVI Santa Teresa de Jesús en su poema titulado “Vivo sin vivir en mí” expresa lo siguiente: ¡Ay, qué larga es esta vida! ¡Qué duros estos destierros, esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida! Cuando Santa Teresa habla de cárcel hace referencia al cuerpo, concediendo al mismo una connotación negativa. ¿Hasta qué punto es capaz una concepción de hacer tomar decisiones en las personas que pueden llegar a perjudicar o beneficiar sus vidas? Un ejemplo que puede responder a esta pregunta era la práctica de autoflagelarse con un cilicio que utilizaban algunos cristianos “para reprimir las tentaciones de los vicios y de los placeres de la carne”. Todo lo relacionado al cuerpo era sinónimo de vicio, de podredumbre, mientras que el alma era lo bueno, noble, lo sano.

La concepción dualista no solo fue adoptada por el mundo religioso, con el surgimiento de la Edad Moderna se desarrolló también un enfoque dualista antropológico. Pensadores como René Descartes dividieron al ser humano en res cogitans (razón) res extensa (materia) de ahí su célebre frase “pienso, luego existo”. Sigmund Freud dividió al ser humano entre lo inconsciente y la conciencia, Descartes vaciaba al ser humano de las emociones y Freud entendía que lo que determinaba al ser humano no era la conciencia, sino la libido, lo sexual, lo pasional.

Hacer reduccionismos del ser humano no es la vía prudente para comprenderlo, al contrario, queda demostrado que cuando se reduce a la persona a solo espíritu, o a solo cuerpo, se vacía a ese ser de otras facultades que también son igual de esenciales y solo en la unión de esas facultades se encuentra esa vía prudente para hacer una valoración equidistante del ser humano.

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