La develada, y parcialmente desmontada maquinaria gansteril que en tres ocasiones intentó asesinar al joven comunicador y abogado Jordi Veras Rodríguez en Santiago, evidenció,  por arrastre, otra forma de crimen atinadamente  calificada por el Arzobispo Metropolitano de la ciudad cibaeña, Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, como “sicariato moral”.

Esta modalidad de crimen se ejerce alegremente en los medios de comunicación electrónicos, en ocasiones por dinero, buscando ratings, y en otras solo para dar rienda suelta y estimular el morbo del pueblo, resentimientos sociales, rivalidades políticas, celos profesionales y otros  motivos que solo pueden albergar mentalidades perversas o enfermizas.

La víctima más reciente de esta mafia que arropa a medios electrónicos de todo el país, fue el destacado jurista Ramón Antonio (Negro) Veras y su familia, en ocasión del atentado criminal contra su hijo Jordi,  a quien además de intentar matar fisicamente, algunos “comunicadores” intentaron asesinarlo moralmente, fabulando sobre los motivos de la agresión.

Una situación similar se vive en Mao con el asesinato de la joven madre Yasmín Valdez de Rodríguez contra cuyo esposo, profesor Manuel Rodríguez Bonilla, se ha desatado una sucia campaña incriminatoria sin fundamentos, basada, por dos o tres “comunicadores” en el manoseado y gastado cliché del “rumor público”, y en que  fue quien la encontró degollada al retornar a su hogar.

Esta es la triste realidad que se vive en el país hasta que las autoridades se empantalonen, modifiquen la obsoleta Ley de Expresión y Difusión del Pensamiento y se le aplique a los “sicarios morales” que a diario atentan alegre e impunemente contra el honor, la tranquilidad y el buen nombre de cualquier ciudadano, a veces por maldad,  o  respondiendo a intereses monetarios.