El sicariato: su dinámica y patología

El sicariato: su dinámica y patología

El sicariato es una expresión y un síntoma de una sociedad quebrada, desarticulada, enferma y moralmente patologizada. Décadas atrás, el sicario y su accionar estaba articulado como un elemento que hacía el “trabajo sucio desde el poder”; mataba por encargo para limpiar y quitar las piedras ideológicas contrario al poder político. Era una práctica para crear terror, miedo e Intimidar a los grupos sociales y políticos que pensaban diferente a las dictaduras. Para ese trabajo sucio y delicado se usaban como sicarios a verdaderos psicópatas que asesinaban o desaparecían personas sin sentir culpa, ni arrepentimiento ni resaca moral. Con la evolución socio-económica, cultural y política, donde las sociedades desarrollan hábitos y estilos democráticos que facilitan y garantizan a los ciudadanos derechos y justicia para resolver los conflictos o las diferencias de forma civilizada. Ahora, de forma organizada se estructura una dinámica violenta y perversa llamada sicariato, donde por paga se eliminan personas.

Existen tres tipos de sicariato: psicológico, el moral y el homicida. En los sectores medio bajo y bajo las diferencias o conflictos por infidelidades, conflictos económicos, deuda por droga, se paga cinco y diez mil pesos a los antisociales o psicópatas para desaparecerlo. En algunos sectores medios: profesionales, gremiales, empresariales o políticos, se usa el sicario psicológico o moral, al que se le paga para desacreditar, dividir, chantajear o realizar acoso moral o sexual, para el ascenso laboral o social de la persona. Es decir, en este tipo de sicario psicológico se padece la exclusión de grupos, la indiferencia, la enemistad como castigo, y el chisme social como patología. En el sicariato homicida hay una dinámica violenta, agresiva, que paga la ejecución, de lo contrario hay que devolver el dinero. Para esta modalidad se usan psicópatas profesionales, que tienen experiencia de “matadores a sangre fría” o por encargo, donde el psicópata de forma insensible, sin dolor, sin arrepentimiento, sin culpa y sin resaca moral, dispara contra su víctima, no importa familia, hijos, pareja, profesión, utilidad social o servicio de vida. La dinámica del sicariato habla de una sociedad atrapada, disfuncional, corrupta, desarticulada y desinstitucionalizada, donde las personas no creen en el sistema de mediación de conflicto, o judicial o policial, entonces, busca los elementos primitivos: linchamiento, sicariato, ajuste de cuentas, etcétera, como salida. Pero también es una expresión de la miseria humana, de la crisis moral y social de un ser social que involuciona, que desarrolla prótesis en el espíritu y se desafecta y se desapega de la compasión, la solidaridad, del altruismo humano para sentir amor y afecto por el otro. Es una sociedad atrapada entre el hedonismo, el consumismo y la búsqueda de la validación social; del estatus y el accionar trasgresor sin consecuencia, para lograr fines y propósitos. Durkeim, el sociólogo francés, hablaba de la sociedad de la anomia: aquellas que perdían sus reglas, el orden, la credibilidad, y dejaban o permitían que el delito, la transgresión, la corrupción y la violencia sean forma o estilo de convivencia. En esas sociedades, decía Durkeim aumenta el suicidio, el homicidio, la ejecución, el delito y la degradación social. Hace décadas que se empezó en Guatemala, Honduras, El Salvador, y en algunos Estados de México. Los medios de autodefensa son el crimen organizado, el sicariato o pagar peaje para ejercer un oficio o una actividad económica. Repito, si no se crean las políticas públicas contra la violencia organizada, vamos a ser víctima de ella y de los sicarios. Si de verdad aspiramos a construir una sociedad más sana y más segura, tenemos que trasparentar y hacer las instituciones más fuertes, más justas, más competentes y más creíbles. Donde exista la consecuencia, el respeto y la credibilidad.

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