El silencio de los inocentes

El silencio de los inocentes

Juan: “Ahora que alcanza tu perfil más alto,   Favorecerá en tus huellas de peregrino,    Un presente profundo que esparcirá su esencia    Día a día, como agua viva brotando de tu ejemplo.”

El pensamiento elevado de la inspirada pluma de Da. Carmen, leal compañera, exquisita escritora,  se posa en la humilde tumba donde descansa  los restos mortales de su amado Juan. Lacerante resulta el dolor que aflige la pérdida de un ser entrañablemente querido. La angustiosa agonía que embarga en esa hora suprema a los dolientes  no sabe cómo expresarse. Los amigos verdaderos, con un abrazo y una frase solidaria, le acompañan en su sentimiento. Los de mayor confianza o, más osados, se atreven – sienten la necesitad – de recrear momentos vividos, gestos de amistad y respeto que ganaron un espacio en el corazón. Algunos se aventuran a decir panegíricos,  exaltar sus virtudes en hermosos escritos y discursos, elevar su memoria, dedicarle pensamientos sublimes, siempre laudatorios  que llevan hasta él el mensaje del buen pastor; el de aquel que se sacrificó por su rebaño, dando ejemplo de amor y abnegación.

Así se debió sentir de obligado su antiguo discípulo, el Señor Presidente de la República cuando, a propósito de cumplirse el primer centenario de su nacimiento, no sabiendo cómo enaltecer y glorificar su figura egregia,  proclamó, sin empacho alguno, que quien gobierna en su gobierno, es el mismo Profesor Juan Bosch. Que el gobierno peledeísta –  que no ha dejado de ser  cuestionado y señalado como uno de los más corrupto, insensible e inepto (Gallup-Hoy) –  es igual  al soñado por el Profesor. Similar el estilo que Don Juan impuso durante 7 meses que duró en el poder  para ser derrocado por una conjura de mezquinos intereses anti democráticos. Igual al que legara con su vida ejemplar como escritor, como político, como humanista, como educador, como estadista que supo darle a su pueblo un modelo de decencia y conducta digna,  paradigma por donde deberíamos  encauzar nuestras acciones y conductas para alcanzar una mejor forma de vivir. 

No se cómo habrán de sentirse los deudos del Profesor. Los que le amaron y a quienes amó intensamente. Quizás apesadumbrados. Quizás. O aquellos otros que, auto proclamándose Boschistas, desde sus poltronas de funcionarios y dirigentes  han preferido guardar silencio. Los que con su silencio asumen como verdad la proclama de su líder político, que en una siniestra  sinonimia,  escogió como prototipo de su gobierno al Dr. Balaguer, “que si supo  gobernar” y no al Fundador de su Partido.

Pienso en el Bosch vivo, celoso de su legado y percibo su indignación. Nunca el silencio, ni la indiferencia. Pienso en instituciones como la Fundación  Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo,  la Fundación 14 de Junio, la Fundación Francisco Alberto Caamaño, y palpo cuál sería su reacción, su ira, si acaso alguna vez alguien se atreviera a cometer contra alguno de sus héroes y líderes históricos  semejante herejía.  

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