Hemos visto en los últimos meses un penoso incremento de los hechos de violencia acompañados de muertes y heridos. De Estados Unidos, casi todos los días recibimos noticias de algún acto criminal cometidos en ese país. Este síndrome de Amok, es conocido también como “frenesí” o “locura homicida”, este síndrome induce a quien lo sufre a agredir o matar a gente de forma súbita e indiscriminada. A veces el asesino se suicida después de la masacre. Podría ser síndrome de Amok y tiendas norteamericanas, pero ciertos datos lo relacionan con una realidad más compleja. Sabemos que es la familia la que está llamada a ser una entidad para la educación, la paz, la armonía y la cohesión social, penosamente hoy se haya constituida en la primera instancia de incubación y generación de violencia en la sociedad.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud el Amok es un síndrome caracterizado por: un comportamiento asesino, destructor, con gran odio hacia las personas, aparentemente no provocado, que puede llevar como acto final a autolesionarse o suicidarse. Aunque es posible incluso que, tras el ataque, el agresor pierda el sentido y caiga en un estado de somnolencia del que, al despertar puede que no recuerde nada de lo sucedido. Esta condición se detona por el estrés y la frustración personal, por vivir en un entorno hostil, proceden de un hogar disfuncional y bajo estrictas imposiciones sociales.
Los estudios de muchos años, señalan en personas normales, que las regiones orbitofrontales y ventromediales de la corteza prefrontal desempeñan un papel clave en las decisiones y elecciones que llevan carga moral. Otras regiones del cerebro tales como la amígdala, la circunvolución temporal del cerebro (en la sien) también tienen una participación en las decisiones morales. Estas estructuras en el cerebro, son parte de las que modulan la compasión y precaución moral, son las mismas que muestran alteraciones en los niños violentos con lesiones tempranas en esas partes del cerebro.
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Estos monstruos del mal, suelen tener un perfil similar, muchos sufrieron abusos en la escuela o en el hogar. Pero al no poder satisfacer las exigencias de su entorno se sumergen en un mundo ficticio. No es que no tengan emociones, se van aislando en su afectividad y aumentando su odio. Los asesinos en masa no matan indiscriminadamente y sin motivo y se ven héroes de sus propias fantásticas historias. Noten que los agredidos, no son elegidos al azar, son miembros de una categoría de personas, sea: racial, familiar, económica o vecinal.
De importancia es que ellos no son como el criminal abrupto, impetuoso, que puede estallar de repente con un incontrolable, agudo y absurdo furor asesino. Lamentamos el reciente y triste caso del horrible asesinato del amigo Dr. Orlando Jorge Mera (EPD). Los criminales con este síndrome preparan todo concienzudamente. Actúan de forma deliberada y sosegada, planifican el asalto con días y meses de antelación. Hoy nos preguntamos si el acusado señor Miguel Cruz, habría actuado ¿cómo parte de un frenesí criminal o fue una momentánea locura homicida? Finalmente, cabe destacar que la cultura también es un factor que modula en la forma cómo se manifiesta el Amok en cada sociedad. El prevenirlo se hace muy difícil. Evitemos como nación que continúe esta violencia escalonada. ¡Debemos fomentar con esfuerzo de todos una cultura de paz!.