Efe. Reportajes. El autismo y el déficit de atención con hiperactividad son dos trastornos de conducta bastante estudiados que pueden tener consecuencias graves en la vida social y laboral de quienes los padecen. Una patología muy similar, aunque menos conocida, es la del Síndrome de Asperger, un problema con base neurológica de causa desconocida que provoca dificultades de relación, comunicación y de expresión, así como alteraciones de la expresión emocional.
Este trastorno fue empezado a incluirse en los protocolos clínicos hace relativamente poco. Descrito en los años 40 del pasado siglo por el pediatra y psiquiatra austriaco Hans Asperger, su investigación quedó en el olvido hasta 1981, año en el que la psiquiatra inglesa Lorna Wing, experta en autismo, recuperó el hallazgo clínico y éste fue difundido a nivel internacional. Fácil de confundir con distintos grados de autismo, este trastorno afecta a entre tres y siete de cada mil niños españoles, según datos que manejan expertos y la Federación Asperger. La proporción podría ser muy similar a nivel planetario.
La dificultad de diagnóstico hace que muchas personas lo padezcan en todo el mundo sin saberlo. Algunos enfermos diagnosticados recientemente han relatado sus experiencias a los medios asegurando que en muchas ocasiones la detección precoz del problema depende de la intuición de los familiares más directos.
Los especialistas asistentes a los congresos celebrados hasta la fecha sobre el Síndrome de Asperger emplazan a los padres de los posibles afectados a que acudan a aquellos porque esto redundará no solo en beneficio del enfermo sino porque impulsará una mayor sensibilidad social y conocimiento sobre la patología.
El caso del ciberpirata
Un caso relativamente conocido de paciente con Síndrome de Asperger ha sido el del británico Gary McKinnon, un hombre de 42 años, acusado de entrar ilegalmente en la memoria de noventa y siete ordenadores de la Armada y el Ejército estadounidenses, de la NASA y el Pentágono, entre febrero de 2001 y marzo de 2002, hechos que él ha admitido aunque aduciendo en su descargo que en ningún caso lo hizo con mala intención.
Simon Baron-Cohen, experto en trastornos de comportamiento, justificó las acciones del acusado por el síndrome que padece McKinnon.
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Ingenuidad social
Baron-Cohen explicó, que el proceder obsesivo de McKinnon es típico de la ingenuidad social de las personas que sufren el síndrome de Asperger. Esa enfermedad produce «una visión de túnel que hace que, en persecución de la verdad, las personas no ven las potenciales consecuencias sociales para otras» y su encarcelamiento sería cuestionable.