Un rápido, pero no sorpresivo, cambio de prioridades del Gobierno ocurrió de mayo a julio. Y no es sorpresivo porque constituye una de las formas de hacer política y de gobernar en República Dominicana. En tiempo de elecciones todo era abundancia para invertir y contratar; para fascinar coyunturalmente a los espíritus con gestos clientelistas. Allegarse apoyo con el abultamiento de nóminas y el inicio de obras regionales, para muchas de las cuales ahora no hay dinero. De la misma manera que el cabildo local, boyante e imaginativo, edificaba plazas chocantes y millonarias y hoy tiene colapsado el servicio de recogida de basura. En plena campaña el oficialismo recurrió a unos alardes de copiosidad que solo pueden hacerse transitoriamente, pues su dinero tiene que ser recaudado o tomado a crédito hasta ciertos límites, aun cuando mucho se pretende desconocer lo razonable.
Tras las vacas rechonchas y comiciales, ahora el tema es recaudar más y pronto aunque haya que chocar con estamentos de la propia Cosa Pública acostumbrados a una abundancia fiscal para desenvolverse con autonomía. Con tal decisión cambió el Gobierno su agenda que pretendió arruinar programas de incentivos y apoyo al desarrollo industrial legítimamente establecidos. Reculó un poco pero el país va a seguir alerta y reclamando mayor calidad al gasto -racionalidad- y no más impuestos.
Una alarma que viene al caso
La apreciación del secretario de las Fuerzas Armadas, mayor general Pedro Rafael Peña Antonio, sobre el poder corruptor del Narcotráfico encaja con la realidad: ha empleado con efectividad el poder de compra. Su avance en nuestro medio parece derivarse de las complicidades que logra en varios ámbitos, incluyendo el de autoridades. Los barones de las drogas han conseguido con anterioridad y en tiempos recientes investiduras oficiales para la inmunidad.
La escalofriante manifestación de sicariato que ocurrió en Paya llevó a encausar a varios oficiales de la Marina de Guerra. Gente prominente de lo ilícito ha alardeado de su cercanía e influencia sobre el poder, lo que mueve a dudar del sonsonete de que no habría vacas sagradas. En la realidad no ha habido mano suficientemente dura, ni una enérgica estrategia que augure el fin de alguna connivencia que parece delatarse en el auge palpable del tráfico y el lavado y que llevan a considerar al Narcotráfico como una de los mayores amenazas al país.