El síndrome de West Side Story

El síndrome de West Side Story

En el año 1996, el eminente profesor de Harvard, Samuel Huntington, publicó un novedoso ensayo en la revista «Foreign Affairs».

En éste afirmaba que el enemigo principal de Estados Unidos en el futuro inmediato sería el mundo islámico. Poco después de este balón de ensayo, publicaría su libro «The Clash of Civilizations; The Remaking of the World Order» (El Choque de las Civilizaciones; Rehaciendo el Orden Mundial)

Esta obra del profesor Huntington no cobraría tanta trascendencia sino hasta que tuvieron lugar los ataques contra el World Trade Center y el Pentágono el 11 de septiembre de 2001.

El fundamentalismo predominante en la Casa Blanca de Washington en ese momento hizo suyo de inmediato el pensamiento del académico de Harvard. Las agresiones terroristas en territorio norteamericano le dieron la oportunidad al presidente Bush de esgrimir los criterios fundamentalistas de Huntington como si fuera el credo del muevo orden mundial.

«El Choque de Civilizaciones» se convirtió repentinamente en un «best seller» mundial luego de ser traducido a muchos idiomas. A partir del 11 de septiembre de 2001, todas las discusiones en torno a la lucha contra el terrorismo asumieron la obra del académico de Harvard como marco de referencia, tanto los que se pronunciaban a favor como en contra.

Ocho años después de la primera edición de «El Choque de Civilizaciones» el profesor Huntington retoma su papel como anunciador de nuevos peligros, lo cual ha fortalecido su exitosa carrera como escritor.

El enemigo principal que tendrá que enfrentar Estados Unidos parece que ya no será el mundo islámico a pesar de su anterior hipótesis. Para sorpresa de todos los que siguen sus obras, el eminente pensador señala a los inmigrantes de América Latina, principalmente los mexicanos, como la amenaza fundamental contra la nación norteamericana.

El método seguido esta vez por Huntington fue el mismo utilizado con su anterior obra. Primero publica en abril de 2004 un ensayo titulado «The Hispanic Challenge», esta vez en «Foreign Policy», un medio de poca circulación, dirigido hacia los sectores de poder de Estados Unidos.

Todo parece indicar que los editores de su obra confían en que la revista llegaría a los altos funcionarios del gobierno norteamericano, así como a los directores de importantes periódicos y de canales de televisión. Justo en la tercera semana de junio de 2004, sale a la luz pública el libro titulado «Who Are We? The Challenges to America’s National Identity» ()Quiénes Somos? Los Retos a la Identidad Nacional de Estados Unidos) La obra promete que provocará prolongados e intensos debates entre los sectores fundamentalistas anglo sajones y la comunidad latina en Estados Unidos, quienes comparten la ciudadanía estadounidense.

Una muestra de la polémica que tendrá lugar ya ha surgido en la ciudad de Chicago donde se publica mensualmente la revista «Contratiempo» bajo la dirección de intelectuales de origen latinoamericano.

En su edición de junio de 2004, la publicación mensual en español recoge opiniones encontradas con las externadas por el profesor Huntington en el ensayo publicado previo al libro. La calidad de los planteamientos de académicos e intelectuales latinoamericanos hace pensar que la discusión será enriquecedora.

El académico de Harvard señala en su ensayo cinco hipótesis para referirse al peligro que significan los «hispanos» contra lo que él considera es el credo norteamericano. Primera amenaza es la contigüidad de México con Estados Unidos; la segunda es la cantidad de inmigrantes que llegan a Norteamérica; tercera, la ilegalidad con que lo hacen; cuarta, la concentración de los inmigrantes latinoamericanos en ciudades y barrios; y quinta, la persistencia de éstos en mantener el vínculo cultural con sus países de origen.

Dos de los colaboradores de la revista «Contratiempo» de Chicago, a su vez profesores de la Universidad bilingüe de San Agustín, desmenuzan cada una de las hipótesis del eminente pensador de Harvard.

Gustavo Saberbein y Andrew Sund consideran: «En el fondo, la pregunta crucial es: )Qué es ser estadounidense en el siglo veintiuno? Nosotros pensamos que la respuesta a esta pregunta incluye a los inmigrantes hispanos y que mantener lazos con el país de origen no hace a ningún inmigrante hispano menos estadounidense. Lo contrario sería desconocer los cambios de la sociedad de Estados Unidos de América y del mundo, así como el efecto que tienen estos cambios en la conducta humana.»

Por su parte, Samuel Huntington considera que «El credo americano, tal como lo formulara inicialmente Thomas Jefferson y que fuera elaborado por muchos otros, es ampliamente visto como el elemento crucial para definir la identidad americana». Esto es expresado por el académico a pesar de que, párrafos atrás, admite que «la importancia de la identidad nacional para los estadounidenses ha variado a lo largo de la historia.» El eminente académico considera en su obra que «En los años 1960, sin embargo, las identidades subnacionales, duanacionales y transnacionales empezaron a rivalizar y a erosionar la preeminencia de la identidad nacional.»

Resulta ingenua la concepción de tan eminente académico al marginar eventos tan importantes como el asesinato de John Kennedy, la invasión a República Dominicana, la revuelta estudiantil mundial y la guerra de Vietnam del proceso interno que vivió la nación norteamericana.

Lo que ocurrió realmente en esos años fue que el fundamentalismo anglosajón en Estados Unidos se vio muy golpeado por la derrota de Vietnam, la devaluación del dólar y la renuncia forzada de Richard Nixon de la Presidencia de esa nación. Esos hechos llevaron a la sociedad norteamericana a admitir formalmente los logros alcanzados por las minorías a pesar del conservadurismo predominante.

La profesora Josefina Abad expresa en la revista «Contratiempo» un aspecto muy interesante. Dice ella que las hipótesis de Huntington no son nada nuevas. «Son claras en los escritos de Jefferson y en los comentarios de Tocqueville, por ejemplo, la imposibilidad de la coexistencia de negros y blancos en una misma comunidad o la absoluta ausencia del indígena en ese nuevo ámbito.»

Amplía la profesora diciendo: No estaría de más recordar el abrumadoramente lento avance de los derechos civiles de las minorías en este país (Estados Unidos) que, entre otras cosas, legalizó la unión interracial en pleno siglo veinte…; como tampoco estaría de más recordar que las naciones hispanoamericanas se adelantan en declarar la abolición de la esclavitud, que es por cierto una de las quejas de los «texanos» que se independizan de México.

Uno de los argumentos utilizados por el profesor Huntington para defender los conceptos que plantea es el de que

«Este libro ha sido conformado por mis propias identidades como patriota y como académico.» Y recurre a la defensa de sus ideas con un pensamiento bastante radical dentro del fundamentalismo cuando dice: «Todas las sociedades enfrentan amenazas recurrentes a su existencia a las cuales eventualmente sucumben. Sin embargo, algunas sociedades, aún cuando son amenazadas, son capaces de posponer su final deteniendo y revirtiendo los procesos de declinación y renovando su vitalidad y su identidad. Creo que Estados Unidos puede hacerlo y que los estadounidenses deben volver a comprometerse con la cultura anglo protestante, sus tradiciones y valores que por tres siglos y medio han sido acogidos por estadounidenses de todas las razas, etnias, y religiones, las que han sido la fuente de su libertad, unidad, poder, prosperidad y el liderazgo moral como una fuerza para el bien del mundo.»

Planteamientos como ese ponen a muchos a pensar que quizás Huntington, como Reagan en su momento, veían el futuro de Estados Unidos en el pasado imperial, no en el mundo globalizado con información instantánea.

El fundamentalismo del profesor Huntington refuerza su posición de haberse convertido en advertidor de peligros para la nación norteamericana. Olvida, quizás, que esos territorios que ahora él considera como nación estadounidense en los que se congregan los inmigrantes fueron apenas hace unas cuantas décadas territorio mexicano. Ignora tal vez que Texas sufrió primero una invasión pacífica de anglo sajones que luego se convirtieron en los «patriotas» que le arrebataron ese extenso territorio a México. Y que esa cultura anglosajona, a la que se le deben reconocer todos sus méritos, tiene que admitir que el mundo ha estado cambiando adaptándose a la globalización. No puede ser Estados Unidos globalizador para ocupar comercial o militarmente cualquier país del mundo y rechazar su rol como anfitrión de cuanto ciudadano quiere alcanzar el llamado sueño americano en la etapa de la globalización.

De todas maneras, este nuevo libro del eminente profesor de Harvard, Samuel Huntington, promete ser tanto o más polémico que su anterior «Choque de Civilizaciones». Por lo menos para los dominicanos, esta polémica nos tocará más de cerca porque los conceptos fundamentalistas anglosajones esgrimidos en él van, evidentemente, en contra de ese millón de compatriotas negros y mulatos, al tiempo que incansables trabajadores, que habitan en la gran nación del Norte de América.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas