El sirop de maíz

El sirop de maíz

RAMON ALBURQUERQUE
La gran demanda de azúcar de caña en el siglo XV aceleró la colonización del Nuevo Mundo. Más tarde, el bloqueo comercial de Gran Bretaña hizo que la Francia de Napoleón descubriera el uso de la remolacha como fuente de sacarosa.

En el 2003 la producción mundial de sacarosa de caña y remolacha alcanzó los 133 millones de toneladas. Por siglos estas fuentes naturales dominaron los mercados del planeta.

A comienzos de los año 60 empezaron a surgir rivales peligrosos como el sirop de maíz con alta concentración de fructuosa (SMACF). Este edulcorante se usa en jaleas, dulces diversos, productos de repostería, catchups, refrescos y bebidas gaseosas.

Aunque por varios años los laboratorios sabían como convertir almidones en polisacáridos y éstos en glucosa y fructosa, fue a partir del 1970 cuando los edulcorantes con alta concentración de fructosa pasaron a ser éxitos comerciales. Hasta aquí el reinado de la caña y la remolacha no tuvo rivales. En realidad el estallido tecnológico-comercial partió del 1970.

Desde entonces el sirop de maíz avanza con tanta celeridad que en la actualidad el 80% de los alimentos rápidos en Estados Unidos de América contienen edulcorantes con fructosa.

En 1980, diez años después, la producción de sirop alcanzó los tres millones de toneladas cortas y veinticinco años más tarde en 1995 superó los ocho millones.

Estudios científicos reportan que la alta concentración de fructosa del sirop causa obesidad, aumenta el colesterol y enfermedades coronarias, sin embargo, su consumo es cada vez más porque son negocios de billones de dólares.

El sirop de maíz con alta concentración de fructosa (SMCACF) es resultado de cuatro operaciones unitarias básicas en serie:

A) Una enzima llamda alfa-amilasa rompe las moléculas de almidón de maíz creando moléculas más cortas llamadas polisacáridos. Estos son aglomeraciones de moléculas de azúcares primarios como la glucosa y la fructosa.

B) A seguidas otra enzima denominada gluco-amilasa desdobla los polisacáridos hasta iniciar la formación de azúcares primarios.

C) Luego, el flujo de productos conteniendo la glucosa y fructosa formadas en la fase anterior, se hace pasar por una columna repleta de una tercera enzima llamada gluco-isomerasa, donde se obtiene 42% de fructosa y 50-52% de glucosa junto a cantidades menores de otros azúcares.

D) Al final se realizan dos etapas adicionales. Un tratamiento mediante de cromatografía líquida lleva la mezcla a 90% fructosa. Al término del proceso, el caldo enriquecido se mezcla con parte del efluente de C (con 42% de fructosa), a fin de producir un jarabe con 55% de fructosa. A este jarabe, se le llama sirop de maíz con alta concentración de fructosa (SMACF). Se han impuesto las siglas en inglés.

EL SIROP PROVIENE DE MANIPULACIONES GENÉTICAS

Gran parte del maíz para sirop es producto de manipulaciones genéticas. Este maíz forma parte de los organismos genéticamente manipulados, OGM. En EUA casi la mitad de este cereal viene de semillas transgénicas.

Dos de las enzimas usadas en la producción del sirop son producidas mediante manipulaciones de sus aminoácidos, como es el caso de la gluco-isomerasa con el fin de abaratar su elevado costo.

La producción mundial de maíz en el 2003 fue de 593 millones de toneladas. Estados Unidos sólo aporta el 40%, es decir, 237 millones de toneladas.

Cientos de estudios confirman graves daños a la salud en ratas alimentadas con fructosa. Hipertrofia coronaria, alto colesterol, obesidad, en fin, los mismos males observados en los habitantes de EUA. Se repite la historia del tabaco y el alcohol. Los monopolios alimentarios se interesan poco por la salud de la humildad.

El poder de los imperios alimenticios globales ha penetrado niveles gubernamentales aún en naciones desarrolladas. Han logrado vender transgénicos sin aclarar para el consumo humano. El Gobierno Americano se cura en salud colocando simples advertencias en las envolturas de los productos. Cede ante los monopolios sin negar el peligro.

Grupos ecologistas luchan por alimentos sanos en el mundo. Esto explica el auge de los productos orgánicos, porque nadie puede probar que los transgénicos sean saludables a largo plazo.

Los dominicanos tenemos que estudiar estos temas para no ser presas dóciles de la invasión de productos manipulados. Estos alimentos abundan por su productividad es muy elevada. Y son negocios astronómicamente rentables.

Las autoridades ejecutivas y los legisladores del país tienen que modernizar sus conocimientos sobre temas cruciales para contribuir a la preservación de la salud pública.

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