Una de las grandes sorpresas asociadas a la tremenda crisis que empezó a asolar al mundo entre el 2007 y el 2008 fue la capacidad de resistencia que mostraron América Latina y el Caribe debido, fundamentalmente, a la demanda de China, devenida en socio estratégico de la región, y el consecuente impacto en la elevación de los precios de sus principales exportaciones. Precisamente por lo contrario – esencialmente, la caída de los precios de sus “commodities” -, ahora la región sufre una contracción de su economía. Aunque se registra un repunto de la actividad económica en EE.UU. y Gran Bretaña, Japón y Europa continúan estancados. Únase a ello que China espera “solo” un crecimiento del 7%, la menor tasa en 25 años.
En consecuencia, las predicciones sobre el comercio, que siempre sigue la misma tendencia que la economía, son proyectadas a la baja.
Entre el 2013 y 2014 el precio de las exportaciones regionales estuvo contrayéndose lo que se acentuó en el segundo semestre del pasado año. En el 2014 esos precios cayeron un 10.5% después de un retroceso del 5.2% en el 2013: los metales disminuyeron 2.3% después del 16.7% en 2013; los alimentos 6.9% antecedido del 15.5% en 2013; y la energía que aumentó 4.6% en 2013 se contrajo en el 2014 en 17%. Así, la región creció un promedio del 1.1% con pronóstico de solo 1% en el 2015. El impacto social no fue mayor porque se logró mantener el gasto y la inversión pública como porcentaje del PIB. Para estimular el crecimiento económico deberán incrementar las tasas de inversión tanto pública como privada.
En tanto que en México se espera un crecimiento del 3% y del 4% – promedio – en Centroamérica – 6% en Panamá y 5% en Nicaragua -, para Suramérica se prevé una tasa cero en el crecimiento – promedio – marcado por el 0% que se espera en Argentina; y contracciones del 3.5% y 0.9% en Venezuela y Brasil respectivamente. Dado el tamaño de esas economías ese comportamiento neutraliza los crecimientos del 5% en Bolivia, 4.2% en Perú; 3.6% en Colombia y un 3% en Chile y Uruguay. Las expectativas para el Caribe son del 1.9% determinado fundamentalmente por Trinidad & Tobago – por el precio del petróleo – y Jamaica.
Para CEPAL, más allá de las coyunturas económicas mundiales, la región debe emprender un conjunto de acciones para potenciar la fuerza económica de las economías regionales y la solidez democrática, a saber: disminuir la desigualdad – introducir mecanismos redistributivos -, atender la informalidad laboral – asegurar que trabajadores tengan acceso a educación, salud y pensiones – ; diversificar las economías agregando valor a sus productos con más innovación y competitividad y bloquear la salida de fondos ilícitos rumbo a paraísos fiscales – se estima que pierde por esa razón 150 mil millones-.
En otras palabras: cerrar brechas sociales estructurales y garantizar una mejor distribución del ingreso. Proporcionando mayor estabilidad se benefician todos los sectores.