“Nada nos engaña tanto como nuestro propio juicio”.
Leonardo da Vinci
En el año 1943 el conde Antoine Jean-Baptiste Roger de Saint Exupéry, notable aviador francés, autor de la famosa obra “El principito” dijo que es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Esta semana, la isla fue sacudida por el juicio público, hecho por gran parte de la sociedad dominicana, en contra de Marlon Martínez y su madre Marlin.
Creo innecesario volver a narrar los eventos ocurridos alrededor de la muerte de la joven Emely Peguero y el bebé que llevaba en su vientre. Al igual que muchos, seguí cada noticia relacionada primero con la desaparición, y luego con la muerte de la adolescente. Soy madre de tres hijos, un hombre y dos mujeres. Sinceramente, no hay imaginación que permita a ninguna madre entrar en la piel de Marlin ni Adalgisa. Es demasiado difícil y doloroso.
A pesar de esto, en vez de unirnos en la desolación de esta lección, que dejó de ser individual o familiar para convertirse en colectiva, nos hemos atrincherado en posiciones que separan a las “víctimas” de los “victimarios”. El diplomático inglésHarold Nicolson, quien publicó más de cien libros en los que analizaba la sociedad británica en la India dijo: “Todos estamos inclinados a juzgarnos a nosotros por nuestros ideales, y a otros por sus actos”.
He elegido ver la trágica historia de amor de Emely y Marlon con una mirada generosa, y una curiosidad amable que busca abrazar otras mentes, otros corazones, otras almas y otras maneras de vivir. Soy de las que cree que el ser humano es capaz de todo, desde lo más abominable y grotesco a lo más sublime y delicado, según su historia y las circunstancias en que ésta se despliega. ¿Quiénes creemos que somos para sentenciar a los demás?
Siento profunda compasión por los miembros de estas dos familias, que han sido tomados por una tragedia que marcará sus vidas por siempre. Al mismo tiempo, apoyo que los responsables paguen por el delito cometido. Es preciso que aprendamos a respetar las leyes, el sistema de justicia, y sobretodo la vida. Aún así, no puedo dejar de reflexionar el modo en que nos ensañamos en condenar a la persona, en vez de sólo sancionar la acción vil que ha cometido.
El novelista francés André Malraux dijo: “Si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar”. He visto con pesar la manera en que Marlin y su hijo Marlon han sido insultados y denigrados por las redes, por aquellos que se identifican con Emily y sus parientes. Todos los conflictos y guerras tienen su origen en la conciencia arrogante de un grupo que al creerse “bueno” se atribuye el derecho de embestir a los “malos”.
¿Qué nos dice a todos los sucesos de los últimos días? Atacar a los que atacan nos convierte a todos en perdedores. Levítico 19:17-18 dice: «No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Es cierto que vivimos tiempos muy convulsos. Aún así, cada uno de nosotros puede elegir sus experiencias. Podemos escoger seguir construyéndonos a nosotros mismos como personas, decidiendo en qué nos enfocamos, y a qué le damos valor. También tenemos la posibilidad de relacionarnos con un mundo peligroso y hostil, pero eso sería cubrirnos los ojos para seguir en la oscuridad. Y ya sabemos que la oscuridad a la mayoría le causa miedo.
En un nivel profundo, todos somos familia. Tal vez, la vida nos está extendiendo una invitación a responsabilizarnos de nuestros pensamientos/sentimientos, y reconocer que ellos crean la realidad que vivimos. Cuenta una historia que un día llegó la oscuridad ante Dios y le dijo: -“El Sol me está molestando siempre…me tortura constantemente”. Entonces Dios le dice que lo llame para ver qué es lo que tiene contra ella. Y ocurrió que cuando llegó el Sol, la oscuridad ya no estaba en ninguna parte.
Para la Luz no hay buenos ni malos. Cada generosa salida del sol nos trae la evidencia clara de que la vida no nos enjuicia ni nos pone condiciones para sostenernos. Como dice el refrán: “El sol sale para todos”. Cada cosa que experimentamos nos prepara para el siguiente paso en nuestro camino hacia el amor. Todos somos viajeros en el tiempo, y el amor es nuestro destino común. Sólo el amor es real, tal como dice un curso de milagros.
¿Qué sentido tiene tu vida? Estoy convencida que estamos aquí para autoconocernos. En los años que tengo he cambiado muchas creencias y comportamientos. Cada día estoy pendiente de mi, para mantener la mirada en la luz, aún así me sorprendo mucho a mi misma dejando pasar valiosas oportunidades de centrarme en el amor.
El poeta libanés Kalil Gibran escribió: “Puedes juzgar a los demás cuando te conozcas a ti mismo. Ahora dime: ¿Quién entre nosotros es culpable y cuál inocente?”. La energía nunca abandona su fuente. Si enjuiciamos el obrar de los demás catalogándolo de correcto o incorrecto, el Universo nos devolverá nuestra energía. Todo juicio es un auto-juicio. Toda culpa busca castigo. Cuando juzgamos las acciones ajenas, la auto-condena es inevitable.
El miedo y el amor no coexisten. El ensayista español Rafael Barret dijo: “No debemos juzgar su mal, debemos curarlo”.¿Acaso no somos co-responsables de que en la historia de Emely y Marlon venciera el miedo, en vez del amor? Creo que sí. Como hija, mujer, madre y amante, estoy comprometida a transformar este suceso en una oportunidad de crecimiento.
La vida es para ser vivida, no entendida. Sólo los efectos dejarán claro si el camino que seguimos fue apropiado para retornar al amor o para seguirnos alejando de él. El amor es siempre la medicina.