El sombrero ecuatoriano de paja toquilla, a la cabeza del planeta

El sombrero ecuatoriano de paja toquilla, a la cabeza del planeta

Los hay de ala ancha y estrecha, con variaciones en la copa, el diseño y el color. Extendido, en una primera etapa histórica, entre el común por sus prácticos beneficios, el sombrero de paja toquilla pasaría, en una segunda fase, a ser un objeto de glamour.

En 1855 tuvo lugar la Exposición Mundial de París, en la que el sombrero fue exhibido por comerciantes provenientes de Panamá. La prenda conocida como sombrero “Panamᔠatrajo la atención del Rey Napoleón III quien la pondría de moda en Europa. Se dice que, el Rey Eduardo VII del Reino Unido también se volvió un aficionado al igual que Jorge V. Fue en 1906 cuando el sombrero de paja toquilla pasaría a convertirse en un atuendo de moda, cuando el Presidente estadounidense Theodore Roosevelt visitó el Canal de Panamá y fue fotografiado con él. La foto dio la vuelta al mundo y con ella el sombrero de paja toquilla.

Muchas han sido las figuras del mundo de la política, las artes y otras manifestaciones que han hecho de este sombrero integrante natural de su vestuario. En algunos casos icónico, como Ernest Hemmingway  y Sir Winston Churchill. Se dice, conforme registros fotográficos, que los presidentes Franklin Delano Roosevelt, Harry Truman y Nikita Kruschev también fueron afectos a su uso regular al igual que actores como Humphrey  Bogaert, Gary Cooper, Frank Sinatra y Paul Newman, de la época dorada del cine de Hollywood, o vigentes como Charlie Sheen, Sigourney Weaver y el cantante de rock Steven Tyler.  Clásicas son las imágenes de Anthony Hopkins usando un sombrero de paja toquilla en el filme “El Silencio de los Inocentes” o de Marlon Brando en “El Padrino”.

Hoy día, el cotizado sombrero se exporta a lugares tan distantes entre sí como Dubai, Mongolia y Alaska, siendo la Unión Europea el principal destino, hecho a la medida o en línea de producción. Adecuado a las siempre tendencias de la moda, hoy en día se ofertan de otras tonalidades a más del tradicional color de la paja y del blanco. La calidad del trabajo está dada por el número de fibras por pulgada. Así, el sombrero tradicional cuenta con 13 fibras, que en el mercado nacional representa USD 30, y hay los que llegan a contar con 40 fibras por pulgada, lo que puede costar USD 2000 la unidad.

El primer mandatario ecuatoriano,  Rafael Correa, y otras autoridades suelen portarlo en actividades al aire libre. Su naturaleza, le ha merecido ser obsequio, en actos protocolarios, a destacadas personalidades con las que el gobierno establece relaciones o mantiene vínculos como un fiel representante del pueblo ecuatoriano.

Una trama tejida a través del tiempo por manos artistas. Esta emblemática artesanía ecuatoriana es el resultado de la integración entre el conocimiento indígena ancestral que convierte en tejido los tallos de la fibra y la técnica y habilidad españolas.

Durante los primero años de la colonia, los españoles advirtieron el uso de una especie de “toca” –por su semejanza con el atavío de las monjas y las viudas europeas- elaborada con un tipo de fibra similar a la paja, que portaban indígenas de lo que hoy es la Provincia de Manabí, que les permitía cubrir su cabeza, orejas y nuca de las inclemencias del tiempo. Hay evidencias de su uso en testimonios arqueológicos de las culturas prehispánicas Chorrera, Jama Coaque, Bahía, Guangal, Milagro Quevedo y Manteña. Utilizando la pericia alcanzada por los nativos, los colonizadores impulsaron la fabricación de sombreros de paja toquilla a la usanza europea. Los tejedores de Montecristi y Jijipaja se especializaron en su elaboración. 

En 1630 el indígena Domingo Chóez conjugó esta materia prima con la forma de los sombreros españoles. A partir de entonces, la actividad toquillera se proyectó y consolidó a fines del siglo XVIII, cuando el Monarca español Carlos IV suprimió las tasas para manufacturas.

Zoom
Los sombreros

 El sombrero de paja toquilla, erróneamente denominado con el apelativo de “Panama hat” es también llamado “Jipijapa” («Xipixapa») o “Montecristi” – por estas ciudades de la costeña provincia de Manabí donde se originó su tejido- o “Cuenca” –por la capital de la interandina Provincia de Azuay donde es producido en mayores cantidades-, “Extrafino”, “Toquilla” o “Sombrero de Agua” esta artesanía ha dado la vuelta al globo por la tersa finura de su tejido, la ligereza de su porte y el ancestral acervo cultural de su hechura.  

Su especial entramado se teje con las fibras de una palmera (Carludovica Palmata) que crece en las costas del Ecuador, precisamente en las costas de las Provincias de Santa Elena y Manabí.  Los agricultores cultivan los toquillales y recogen los tallos –cosecha- antes de separar la fibra de la corteza externa –desvene-. Mujeres y hombres de estos territorios y de las provincias andinas de Azuay y Cañar elaboran entonces la valorada artesanía.

Patrimonio Inmaterial 
La incorporación ancestral

 De este saber ancestral en la Lista de Patrimonio Inmaterial de la Unesco, el 5 de diciembre de 2012, constituye un honroso homenaje al pueblo ecuatoriano, a sus asociaciones de economías pequeñas y solidarias y un legado cultural al mundo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas