Los primeros españoles que llegaron a América ya observaron que algunos indígenas utilizaban sombreros de palma, pero no es hasta que se organiza la Exposición Universal de París, en 1889, cuando los ingenieros franceses que habían estado construyendo el canal de Panamá (1881-1914), lo mostraron al resto de los europeos como una prenda cómoda y elegante que, además, aislaba del calor del sol tan intenso en ese país centroamericano.
Desde 1820, la familia de Rafael Albero inició su trayectoria en la venta de sombreros estableciendo tiendas por varias ciudades españolas, siendo Valencia su núcleo principal y donde iniciaron la andadura que les ha llevado a ser conocidos en Europa y en Ecuador, sobre todo por la venta de sombreros Panamá, que iniciaron hace más de 40 años y que se ha convertido en uno de los principales reclamos dentro de su amplia gama de sombreros.
Su introducción a Europa a través de Francia
Rafael Albero es el propietario de esta cadena de tiendas, ‘Sombreros Albero’, que han hecho apreciado el sombrero Panamá y cuya historia explica a EFE.
“El origen se remonta a los indígenas de las tierras de Sudamérica que ya lo utilizaban para resguardarse del calor del sol y que procedía de cierta palmera que crecía en Ecuador, la ‘Carludovica palmata’, o ‘palma toquilla’, como se la denominó posteriormente, y con la que las hábiles manos de sus artesanos tejían los sombreros que desde hace más de un siglo ya sorprendieron por su atractivo a los europeos”.
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El hecho de que se conociera este sombrero en Panamá fue por lo que recibió su nombre, pero realmente fueron los obreros ecuatorianos que trabajaron en la obra hidráulica del Canal los que dieron a conocer este trabajo artesanal propio de su país de origen.
Rafael Albero indica que “los franceses se dieron cuenta que el sombrero de estos operarios era más fresco que el sombrero de paja tradicional que resultaba ser muy quebradizo, porque su tejido, al estar hecho con hojas de otras palmeras, se resecaba con el calor del sol y se resquebrajaba. Los españoles se percataron más tarde de este inconveniente, durante las guerras de Cuba y Filipinas, países donde, debido a la humedad y el calor, pudieron comprobar la fragilidad del sombrero de paja que hasta entonces era tradicional en España”.
La historia detrás de este accesorio
Los franceses admiraron desde el principio la elegancia de este sombrero y su capacidad para aislarlos del calor del sol, ya que posee una protección solar UV factor 40, según los dermatólogos, y, así, su fama se extiende por Europa con el equívoco de su procedencia, cuando en realidad su manufactura procede de Ecuador y con el que además este país sudamericano, debido a su fama y sus ventas, financió su independencia en 1822.