Debemos hacer esfuerzos persistentes, presionar con voluntad indómita, continuar avanzando la gran causa del socialismo con características chinas y luchar para lograr el sueño chino del gran rejuvenecimiento de la nación china”. Esta cita recoge una expresión del nuevo líder chino, Xi Jinping, – quien en breve cumple un año como presidente de esa nueva potencia mundial – en momentos en que asumía al frente del Estado. La expresión ha provocado un revuelo en China y en el extranjero, intentando todos interpretar cual es el “sueño chino”. Lo cierto es que más allá de los denuestos y alabanzas el término se ha convertido en un relevante y omnipresente eslogan al interior de la sociedad china.

La frase ha tenido un impacto en la propaganda china como posiblemente ningún otro eslogan haya incidido en igual magnitud en todos los estratos de la sociedad y por doquier surgen referencias y propuestas sobre el “sueño chino” aunque para muchos no esté suficientemente claro cuáles son sus componentes. Sin embargo, Xi Jinping sí parece tener muy claro su objetivo cuando lanzó la frase. China, con paso arrollador en los últimos 30 años hacia niveles estelares del escenario mundial necesitaba tener su propio “sueño” visto como el objetivo a alcanzar en el horizonte de su proyección mundial. En esa dirección ha lanzado un reto a los jóvenes para que se atrevan “a soñar, a trabajar asiduamente para cumplir sus sueños y revitalizar la nación, contribuir con su sabiduría y energía a la realización del sueño chino”.

En universidades y colegios se han levantado los “muros de sueños” y se hacen llamados a los jóvenes a que plasmen en ellos su visión y aspiraciones, sus ideales y ambiciones. Los medios y observadores han destacado que muchos de los integrantes de la juventud de la actual generación se manifiestan en la dirección de sus aspiraciones personales para insertarse en la sociedad china. Incluso, la Academia China de Ciencias Sociales, uno de los centros de pensamiento más influyentes en la estrategia de desarrollo chino ha convocado a trabajos de investigación para explorar e identificar cuáles deben ser los objetivos del “sueño chino”.

Mientras que en Occidente no son pocos los que se retuercen el cerebro tratando de interpretar lo que puede contener el “sueño chino”, en verdad para casi todos en China el “mensaje” está claro y es directo: continuar forjando una nación poderosa, muy poderosa, que ocupe el lugar que entienden le ha correspondido históricamente y que por siglos le fue negado por las potencias coloniales que la ocuparon y avasallaron. Es bien sabido que los chinos no ignoran ni olvidan su historia. Está en su idiosincrasia.

En tanto China sigue avanzando a ritmos más lentos o más dinámicos – indetenible todavía por varios años – en Occidente hay, no pocos, que las referencias al “sueño chino” les está provocando una terrible pesadilla.