El sueño de la libertad

El sueño de la libertad

Votar no es ser libre en esta sociedad. Después de la muerte de Trujillo lo que hemos vivido es el sueño de la libertad.

¿Se puede ser libre hoy en la República Dominicana, al margen de una esencia social que enajena, cosifica y objetiva en las propiedades de los objetos exteriores, en forma de bienes materiales, de riqueza; la conciencia y la conducta de los individuos? ¿Ese instante en que echo mi voto en una urna me hace libre? ¿Puedo yo engreírme de una “libertad” indiferente, si domestican mi hambre, si me controlan por la miseria, si los lazos que me unen al mundo real lo adulteran con propagandas, con mentiras? ¿Soy libre  de elegir en medio de este debate electoral?

En la República Dominicana estamos atravesando una trama contra el sueño de la libertad. Un partido que maneja todos los tinglados de la manipulación colectiva: Poder Ejecutivo, Cámara de Diputados, Senado de la República, Cámara de Cuentas, fuerzas armadas, policía nacional, poder judicial, organismos de seguridad, instrucción pública, organismos de beneficencia, estructuras del cobro de los  impuestos, etc. Pero que además usa el presupuesto de la nación en forma descarada, desnaturaliza el papel de la prensa por la vía del dinero, coopta los que deberían ser valores espirituales prostituyéndolos sin piedad, y encima de esos privilegios domina sin ningún disimulo tanto al pleno de la Junta Central Electoral como al Tribunal Superior Electoral, cuya desvergüenza se puso en escena en su primer fallo. El PLD no sabe competir en igualdad de condiciones.

Aquí nadie se puede hacer el suizo, todo el que observa la campaña del candidato oficialista se puede percatar de la abrumadora superioridad de sus recursos, de la apabullante ostentación de riqueza,  del despliegue inverosímil de la inequidad que supone la manipulación ciudadana a través de esta maquinaria de corrupción. Porque si esto fuera un país y no una caricatura, la nación entera reaccionaría contra este abuso de poder. Los industriales, la iglesia, la sociedad civil, los intelectuales verdaderos, los artistas, todo el mundo se insurreccionaría, incluso al margen de la militancia partidaria; porque de lo que se trata es de construir un país en el que nadie pueda hacer lo que está ocurriendo ante nuestros ojos, y porque lo que está ocurriendo es la manifestación más concreta de corrupción e impunidad al mismo tiempo.

Cualquier esperanza que puedan suscitar las elecciones del 20 de mayo próximo recibe inmediatamente su desmentido. En este país los partidos tradicionales son maquinarias de corrupción, pero el PLD ha convertido su estructura partidaria en un cuerpo colegiado de inversionistas, cuya acumulación originaria es la corrupción oficial.  Y es por eso que si perdiera, pierde algo más que el poder político. Este fenómeno sociológico es la base de la “unidad” del PLD, el fundamento de su accionar en la campaña. Estas elecciones están encabezadas por la plutocracia emanada de la corrupción histórica y son el vivo ejemplo de la exclusión. ¿Por qué el activismo desesperado  de Leonel Fernández en la campaña? Simplemente porque Danilo Medina es candidato político del PLD, y Leonel Fernández es el candidato de ese sector económico  consolidado en el PLD. La doble cara de la candidatura, Danilo-Margarita, tiene también ese fundamento de organización corporativa en que se ha transformado el PLD.

Los poderes fácticos se han querido hacer indiferentes a esta trama contra el sueño de la libertad, pero el poder absoluto que intenta instaurar el PLD en este país es una amenaza real que nos debería quitar  la indiferencia a todos. Nosotros tenemos opciones ética y políticamente superiores, como la de Guillermo Moreno, pero la censura estructural convierte la voluntad de la mayoría en rehenes, y el voto no es, ciertamente, el impulso de mi reflexión, de mi espontaneidad.

Si la libertad es la plenitud del ser, el espectáculo de degradación de estas elecciones ha corrompido ese destino primero, dándole al político mundano su goce. Votar no es ser libre, porque lo que da un carácter conmovedor a la libertad es actuar sin condicionantes, algo que ha impedido a toda costa el autoritarismo y la corrupción.  ¿Quién perseguirá a los corruptos, a los prevaricadores, si ellos tienen el control absoluto de los mecanismos sociales?  ¡Oh, Dios! De lo que se trata es  de lo único que nos ha quedado: el sueño de la libertad. 

Publicaciones Relacionadas