El sueño de los que permanecen despiertos

El sueño de los que permanecen despiertos

La esperanza se ha convertido en el sueño de los que permanecemos despiertos. Junto a la ideología de la conciencia social es el arma que acabará venciendo a la dictadura institucional que ata al pueblo dominicano.

Resulta inquietante comprobar cómo la crisis institucional creada por el comportamiento especulativo de las  instituciones administrada del Partido de la Liberación Dominicana (PLD)  implica no solo un descrédito de la política, sino lo que resulta más alarmante, una destrucción de los principios democráticos que garantizan la transparencia de lo público y la soberanía popular.

El consiguiente fallo sistémico, que se concreta en la sustitución de un modelo de convivencia y un paradigma cultural por una sociedad catatónica caracterizada por la ausencia de pensamiento crítico, en la que el poder legítimo ha sido reemplazado por la fuerza, los valores por el relativismo y la ética por la corrupción, nos ha despojado de la ideología de la conciencia social colectiva que nos hacía fuertes frente a la injusticia y los ataques contra la libertad. Ha dejado al pueblo dominicano en general desnudos, sin argumentos, frente a la frivolidad y la codicia.

Este menoscabo a la dignidad  y permanente desprecio moral por la condición humana rebaja el valor de la vida hasta un precio inasumible.

 No es que nos hayan desposeído de derechos fundamentales y esquilmado las conquistas sociales hasta reducir el bienestar a un trampantojo que transforma en ideología la desesperanza, un estado en el que la incapacidad para dar respuestas deja al hombre sin la posibilidad de formular preguntas, sin libertad para interrogarse sobre sí mismo, mermando de paso la posibilidad de discernir y elegir; resulta peor aún porque lo que realmente se pone en juego no es la libertad sino el derecho a ser libres. Y el arma infalible que profundiza esta esquizofrenia de la actual clase política del gobierno del PLD no es otra que el miedo al cambio, que se impone con  la razón sin miedo  desde la crítica,  que nos lleva a evidenciar  los peligros existentes que llegan a justificar día a día la falta de honradez y la ausencia de honestidad de los administradores públicos dominicanos en su desempeño en  el Gobierno.

Ese miedo no es más que el sufrimiento que genera la mala conciencia en espera  de un peligro indefinido, de una amenaza inconcreta que persiste de forma justa e intangible con el necesario y deseado cambio.  No es únicamente nuestra propia zozobra sino también el miedo a las ideas, hasta el punto de que justifica la violencia contra los ideales de los demás. Esa actitud es mala consejera porque se torna en ignorante injuriosa y cruel.

Primero se concreta en un sobresalto, en la sorpresa que produce turbación y asombro. Cuando la desconfianza ha hecho mella en todos los estamentos sociales surge la aprensión, el desasosiego. Aquí ya no cabe ni el respeto ni el diálogo ni la razón.  Tampoco la decencia. Se desata el pánico y de ahí al espanto y al horror solo hay un paso. Hemos sustituido una sociedad libre y democrática por una jauría de cobardes. Afirmaba Camus que un hombre al que no puede persuadirse es un hombre que da miedo. Pero al fin y al cabo nos queda la esperanza, que es más difícil de arrebatar que la honra. La esperanza del cambio es ahora el sueño de los que permanecemos despiertos, alertas a la transformación de una realidad que no nos gusta. Evidentemente, la acción sería más efectiva que el conocimiento de las cosas, aunque si no sabemos lo que hacemos resulta complejo conocer si estamos en el buen camino, si hacemos lo correcto. Esa esperanza cierta prende en un deseo vehemente de libertad y minimiza los obstáculos, allana caminos y reduce inconvenientes. Acaba venciendo. Debemos sacudirnos la parálisis del terror que profana las ideas y envilece la política. Yo también creo, como señalaba Octavio Paz, que las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al continuismo, del miedo a que nos hurten el CAMBIO el cambio que haga posible otra República Dominicana mejor, pero para todas y todos.

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