El sujeto traductor en novela de Junot

El sujeto traductor en novela de Junot

La recepción de la primera novela de Junot Díaz titulada “La breve y maravillosa vida de Óscar Wao” (Santo Domingo: Santillana, 2008) fue una apoteosis en la Capital.

Hubo un excelente coro de “opinadores”. La doxa exige solamente a los opinantes impericia, empirismo, conexión con el gusto, el sentido común, los sentimientos y emociones de la gente (abstractamente). Hubo muy escasos  especialistas literarios que terciaron en el tema del libro del momento. Estos detentan la pericia, el saber, y rehúyen generalmente de la inmediatez mediática. Pero ¡ojo!, para saber hasta dónde llega el límite del especialista, hay que interrogar la teoría del lenguaje, el signo,  la literatura y la escritura manejada por su discurso.

¡Ah! Y añada a la teoría citada en la línea de arriba, la teoría de la traducción. Pues los opinantes olvidaron que la obra de Junot Díaz fue escrita en inglés y que lo que leían en idioma español no era más que una traducción. Son dos obras diferentes, pues. De la obra en idioma inglés no diré nada, pues su ritmo, lo que le otorga su posible valor en aquella cultura y por lo cual fue quizá premiada con el Pulitzer, es otro cantar. Una obra puede ser de valor en el idioma original en que fue escrita y, al ser traducida a otro idioma, quedarse en pura ideología. Necesario es  interrogarse si el jurado del Pulitzer leyó ritmo o ideología. No entro en este tema  porque el que ocupa ahora mi atención es la teoría y la práctica de la traducción al español de la referida novela.

No existen muchas teorías de la traducción: Están la imitación, la mimesis, la  palabra por palabra, la versión, el vaciado, la generalizada, la restringida, la literal (fidelidad absoluta al texto, al cual luego un especialista o revisor le agrega estilo, la inefable (porque nunca podrá decir en su lengua lo que el original dice en la suya, ergo, teoría del lenguaje o la lengua como incapaces de expresar y describir la realidad, la del lenguaje o la lengua que mienten, pues) y la traductor/a traidor/a de los italianos, casi por los mismos motivos que la inefable. Paro de contar, porque todas las que he mencionado se reducen a la metafísica del signo. Solo el traductor que traduce ritmo o significante mayor, se coloca al margen de la cohorte de variantes de la teoría metafísica de la  de la traducción.

En nuestra cultura dominicana es posible encontrar en los discursos orales, pero principalmente en los escritos, un popurrí de estas teorías metafísicas de la traducción. Estas se encuentran en el aire, como ciertos virus. No exigen esfuerzo para atraparlas, solamente hay que respirar. La razón es que en nuestros grandes escritores y en los teóricos internacionales con quienes establecemos comercio de ideas a través de los libros, ya fue establecido que la traducción es todo ese popurrí.

Desde que se supo en Santo Domingo que Junot Díaz había ganado el premio Pulitzer, los organizadores de la Feria del Libro le invitaron oficialmente. Los medios comenzaron su labor con esa visita. En el mismo mes de mayo hubo entrevistas a diestra y siniestra: radio, televisión, periódicos, revistas, encuentros en colegios y universidades, etc. La obra no había sido todavía traducida al español. (Clave, Mujer Única, Listín, Hoy, Areíto, Divertido con Jochy, Listín, Diario Libre, El Día, El Caribe, Estilos, etc., etc., en fin, nadie quiso quedarse fuera de la apoteosis. Ni la Cámara de Diputados, lenta para la deuda social, pero rápida para los homenajes, que en fin no cuestan nada.) Quizá por aquella figura de retórica llamada por Umberto Eco participación mágica por acercamiento.

Si quería y hablaba inglés, usted la solicitaba por Internet (Amazon.com y otros vendedores).  Disponible para el público dominicano a partir de agosto, cuando  terminó de imprimirse en Bogotá, o quizá para septiembre de 2008. La Editorial Santillana local la circuló en un hotel con la presencia del autor, aunque ya algunos lectores desesperados se la habían procurado con viajeros que regresaban de Madrid.

Todo un fenómeno mediático. Pero cuando el especialista, desde su pequeño cuarto, como decía Lugo, le pasa el escalpelo a la traducción española, ¿tradujo Achy Obejas ritmo o signo, es decir, significado?

El primer lector de la traducción fue el autor. Es importante analizar su discurso, breve pero sustancioso. Fue publicado en “Estilos”, suplemento de “Diario Libre” (13/9/2008, pp- 42-43. Entrevista con Joan Prats. (Sean dadas las gracias a Beatriz Bienzobas por el texto). Es la primera entrevista seria, que no toca temas “light”, como las otras hechas al autor por los medios. Esta se planteó el tema más importante de la obra: la traducción. Eso es la obra, ¡caramba!, una traducción. En nuestro medio la han leído ingenua e inconscientemente como si no lo fuera.

Además, es la propuesta literaria del autor: “Buena parte de la literatura que amo es la literatura traducida”, le dijo a Joan Prats (42). Lo que significa, entre líneas: Casi no leo literatura dominicana ni escrita en idioma español. Porque confesó en otra entrevista que vino a entender el español durante su estancia en México. Por eso, y no por otro asunto.

En la misma respuesta confiesa al entrevistador: “por supuesto, que quiero que mi novela sea traducida, y quiero que se traduzca bien.” (Ibíd.) Ahí está el detalle, como decía el cómico mexicano objeto de cierta idolatría presidencial. ¿Y qué es traducir bien para el autor? ¿Vieron el cúmulo de teorías más arriba? En algunas de esas ha de encajar Junot Díaz. ¿En alguna en particular o en el popurrí?

Otorguemos el beneficio de la duda al autor y creamos su versión de la elección de Achy Obejas por aquello de la “prueba a ciegas”: “Me enviaron como 5 capítulos de la prueba sin el nombre del autor en la tapa y escogí el mejor, y resultó ser Achy, una amiga. En vez de ser nacionalista escogí a la mejor persona.” (Ibíd.)

Pero la prueba fue a ciegas. No podía saber quién era la persona escogida para traducir su obra. No cuadra lo de ser nacionalista, ni siquiera a posteriori. La pregunta de Prats debió ser la número tres, por lógica semántica.

Junot Díaz puede hablar de Achy luego de saber que ha sido la escogida. Cabe entonces la frase: ¿Cuáles fueron los momentos más reñidos con Achy Obejas durante este proceso? Y por supuesto, la respuesta de Díaz: “La cuestión es que Achy es caribeña hasta el extremo, es una mujer que verdaderamente entiende qué tan locos y hermosos somos, ella vive en ese mundo. Eso ayudó mucho.” (Ibíd.) ¿Es un estereotipo eso de que los caribeños somos locos y hermosos? ¿De dónde viene ese cliché “light”? Luego cuadra perfectamente la respuesta del autor a la pregunta metafísica de Prats de “que siempre hay un precio por pagar al traducir, ¿qué se perdió?”

Veremos la respuesta de Junot en la crónica del próximo sábado.

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