El super martes prolonga la carrera de los republicanos a las presidenciales

El super martes prolonga la carrera de los republicanos a las presidenciales

WASHINGTON (AFP).- El Super Tuesday desmintió su fama, luego de que las elecciones primarias en 10 estados no coronaran a un candidato republicano para las presidenciales de noviembre.

Por el contrario, la espectacular jornada dejó a Mitt Romney prácticamente en la misma posición en la que estaba, como el favorito condenado a superar un dificultoso mes de marzo para ganar su premio: enfrentar al presidente Barack Obama. Romney se anotó una mayoría de seis victorias, pero no pudo deshacerse de sus rivales Rick Santorum y Newt Gingrich, y expuso nuevamente los flancos débiles que han socavado su campaña a la nominación.

Otra vez, el favorito republicano fracasó en su intento por ganar a la base conservadora del partido. Nuevamente, Romney gastó millones de dólares en publicidad pero no logró definir la campaña.

Encuestas a boca de urna en el crucial y cambiante estado de Ohio mostraron además que el multimillonario capitalista continúa luchando para conectarse con los votantes de clase media y trabajadores.

Pese a ello, el Super Tuesday dejó pocas dudas a los analistas de que Romney será el republicano que tratará de impedir un segundo período de Obama en la Casa Blanca. «

Creo que la larga lucha hacia la nominación continúa para Mitt Romney», dijo Dante Scala, profesor de ciencias políticas de la universidad de New Hampshire.

Puede haber recibido golpes, pero al menos Romney puede considerarse un sobreviviente. Ahora puede además ufanarse de haber ganado las primarias en Florida y Ohio, dos estados que cambian sus preferencia de una elección a otra, que los republicanos deben ganar para aspirar a la Casa Blanca.

«Creo que Romney es el favorito excluyente», dijo Bruce Buchanan, profesor de gobierno en la universidad de Texas en Austin.

«Incluso aunque la campaña se prolongue durante meses, supongo que se escucharán los llamados de algunos republicanos a los otros candidatos para saber si van a echar por tierra todo esto».

Aunque todavía no hay cifras definitivas, Romney se aseguró el martes una ventaja en los únicos números que cuentan, los de delegados para la Convención nacional republicana de agosto.

El exgobernador de Massachusetts probablemente haya superado en forma holgada los 300 delegados, netamente por delante de los obtenidos por Rick Santorum, en la carrera hacia los 1.144 necesarios para la nominación. Romney ganó en Ohio, Idaho, Massachusetts, Vermont, Virginia, y Alaska, mientras que Santorum se llevó Tennessee, Oklahoma y Dakota del Norte.

Gingrich ganó solamente en su estado natal, Georgia. Pero el fracaso de Romney en Tennessee fue una decepción, ya que una victoria allí le hubiera permitido alegar que a pesar de su pasado moderado, es capaz de atraer a los activistas conservadores en un estado tradicionalmente republicano.

Del mismo modo, Santorum tampoco logró trascender de su electorado conservador y religioso, perdiendo por estrecho margen en Ohio, un campo de batalla muy complejo, donde intentó mostrarse como un candidato viable para la elección general.

Los esfuerzos de Santorum por presentarse como un genuino oponente de Obama también fracasaron.

Los votantes cuya prioridad es elegir a un candidato capaz de derrotar a Obama en noviembre favorecieron a Romney por 53% contra 27% en Ohio, según encuestas a boca de urna de la cadena CNN.

Pero hubo señales preocupantes si se profundiza en los números de Romney en Ohio, estado clave en las elecciones presidenciales estadounidenses.

Captó la mayoría de sus votos entre los sectores mayores ingresos, según los sondeos, pero perdió contra Santorum con los votantes de la clase media, los que ganan entre 50.000 y 100.000 dólares anuales y entre quienes perciben menos de 50.000 dólares.

Esto puede ser un problema en la elección general, ante una campaña populista de Obama que presente a Romney como el adalid de una economía injustamente inclinada hacia los muy ricos.

El Super Tuesday se convirtió en un microcosmo de toda la campaña republicana: Romney era el aspirante más fuerte, aunque con limitaciones, incapaz de liderar en forma indiscutida en una carrera carente de un candidato que una al partido.

Este hecho preocupará a los republicanos que temen una campaña agria, dominada durante semanas por temas sociales que probablemente ahuyente a los votantes moderados, que socavaría las posibilidades del eventual nominado para enfrentar a Obama.

 

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