In this photo taken on Aug. 5, 2010, a container is loaded onto a cargo ship at the Tianjin port in China. China's exports grew strongly in July but import growth fell as its rapid economic expansion cooled, possibly hurting global demand, the customs agency reported Tuesday, Aug. 10, 2010. (AP Photo/Andy Wong)
En pleno cierre de año, con un par de botellas de vino obsequiadas por proveedores en su escritorio y una reunión con empleados en el patio de la planta de su empresa de cables eléctricos para autos, Guillermo Vázquez recibió una de las mejores noticias de todo 2019.
“Era una alerta que decía que el presidente iba a firmar el T-MEC ese mismo día”, señaló. “Leí la información y le comenté a uno de mis colegas que ahora sí ya podríamos llevar a cabo varios de los planes que teníamos pendientes desde hace meses, el panorama estaba mucho más claro”.
Vázquez exporta un 12 por ciento de su producción mensual a plantas automotrices de Alabama, en la Unión Americana, mientras que otro porcentaje mayor se queda en Puebla, donde vive y tiene su empresa, para la producción de vehículos Volkswagen.
Aunque a lo largo de los meses de negociación del Tratado México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC) su empresa produjo a un ritmo similar, Vázquez sentía incertidumbre para invertir en nuevo equipo o ampliar su personal. “Era un tema de precaución, porque por meses las reglas eran confusas”.
Desde que el presidente estadounidense Donald Trump ordenó la renegociación del TLCAN en 2017, una nube de incertidumbre se ciñó sobre la economía mexicana que, desde 1994 con la entrada en vigor de ese acuerdo, había dependido profundamente de las exportaciones manufactureras al resto de Norteamérica para crecer. La administración anterior de Enrique Peña Nieto logró un acuerdo inicial con el de Trump en 2018, que posteriormente el gobierno de Andrés Manuel López Obrador avaló. Sin embargo, el cambio de poder en el Congreso estadounidense alargó el proceso de negociación hasta casi el cierre de 2019.
Finalmente, el 10 de diciembre los gobiernos de los tres países firmaron en Palacio Nacional el T-MEC, seguido de ratificaciones expeditas en México y Canadá y, apenas la semana pasada, Estados Unidos. Cierto, en medio estuvo la controversia de los agregados laborales de EU, misma que el subsecretario para América del Norte, Jesús Seade, aclaró en una entrevista con el El Financiero Bloomberg, como un problema de comunicación y prisa por parte del Congreso estadounidense.
“En el corto plazo, el TMEC por sí solo no va a cambiar las perspectivas que tenemos casi todos de otro año de crecimiento bajo para la economía, pero sí es un motor adicional, un motor que faltaba para México”, dijo Gabriel Lozano, economista en jefe de J.P. Morgan para México. “Da certidumbre sobre todo y era la pieza que varios esperaban para poder soltar un poco más las inversiones”.
Lozano deja de inmediato una cosa clara: el TMEC es importante, pero para nada tendrá el impacto que en su momento, allá en los noventa, tuvo el TLCAN.
“Muchos vieron en esos años al TLCAN como una especie de solución para los problemas del país. Ayudó, pero no era la única respuesta”, afirmó. “El T-MEC es una pieza, con ganadores y perdedores, pero una pieza de un gran valor”.
El presidente López Obrador y, claro, el mandatario Trump, son claros vencedores a los ojos de casi todos debido al replanteamiento de este acuerdo internacional. En Estados Unidos, el tratado le entrega al mandatario una importante victoria de cara a las elecciones y a su juicio político. Para México significa que el comercio libre con su máximo socio comercial, con quien tiene un intercambio total de más de 575 mil millones de dólares, podrá seguir su flujo. Sin el acuerdo, en otras palabras, el impacto habría sido catastrófico para la estancada economía nacional.
“Como país tenemos mucha dependencia de Estados Unidos en industrias como la automotriz y la aeroespacial”, señaló Jorge Torres, presidente de la AMCHAM.
“Da tranquilidad a todos los sectores”, dijo.
Pero más allá de la certidumbre que da tener un comercio libre casi asegurado (nadie garantiza que un mal día Trump exija aranceles a algún producto mexicano sin una razón aparente), muchos consideran que el T-MEC es una versión menos favorable del acuerdo previo.
“El sector privado está molesto porque México cedió mucho en la parte final de la negociación por muy poco a cambio, con tal de mantener el libre comercio”, argumentó Gustavo de Hoyos, presidente de COPARMEX. “Las recomendaciones de los empresarios fueron ignoradas”. El líder empresarial comparó en ocasiones anteriores al acuerdo con la guerra contra Estados Unidos de 1848, en la que México cedió más de la mitad de su territorio al vecino del norte.