Al observar la coyuntura política, mi generación sabe que está ante hechos y posibilidades que antes no habíamos tenido la oportunidad de contemplar.

La decisión de la cúpula del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) de optar por Danilo Medina como figura para mantenerse en el poder, la elección que hicieron los perremeístas de Luis Abinader como su candidato presidencial, la modificación de la Constitución para permitir la reelección presidencial y la firma del pacto entre el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el oficialista han terminado de configurar un tablero político electoral que hasta hace unos meses era incierto.

Todo apunta a que en el marco de las elecciones presidenciales, congresuales y municipales del 2016 habrá dos grandes bloques. Uno liderado por el PLD con sus fuerzas aliadas tradicionales y otras más novedosas, como el partido blanco. El otro lo aglutinará el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el instrumento denominado La Convergencia en el que, como su nombre indica, confluyen diferentes fuerzas políticas y sociales.

Existen otros grupos, vinculados al sector progresista y a la izquierda que tendrían que definir, en algunos casos, y reiterar, en otros, su decisión de, ante este panorama, crear un tercer bloque, que reivindique el más puro y radical pensamiento de izquierda, o, si movidos por razones estratégicas, sumarse al segundo.

La coyuntura es crucial pero sólo será trascendental si de ella finalmente salen acciones políticas que logren retomar la ruta hacia la República Dominicana que ideó Duarte y que reencaminaron los restauradores, los héroes y heroínas de Junio del 59, de Mayo del 61, de Abril del 65, entre otros.

Es así como más que cuestiones de siglas o candidaturas, la discusión para el accionar en la coyuntura política debe tener como norte el construir un país políticamente democrático, socialmente justo y económicamente equitativo.

De ahí, que sin ánimos de pecar de idealista empedernida y reconociendo que algo de pragmático hay en la política, creo importante cuidar fondos y formas. Entendiendo que lo que está en juego en esta coyuntura no puede ni debe ser el llegar al poder por el poder, sino, más bien, que lo importante, lo trascendental, ha de ser lograr un cambio de rumbo, de modelo, de clase y de cultura política. No se trata de siglas y candidatos, sino de las mejores causas.