El talante de los parientes seibanos (II)

El talante de los parientes seibanos (II)

“Tengo una vaca lechera. / No es una vaca cualquiera. / Se pasea por el prado, / mata moscas con el rabo. / Tolón, tolón. Tolón tolón”.

Retornaban con la misma melodía. Así se divertían y desbordaban de entusiasmo en el ir y venir de las tardes de asueto, después de compartir cariños y atenciones con su “aliada”; recoger frutas por el campo, mover hojas secas al pie de las matas de mangos, hojas que protegían los productos que goteaban de las ramas.

Para los primos se hizo el milagro: “Primera”. Alumbró una ternera que fue la adoración y el cuidado de los parientes Morales. Se juntaban después del almuerzo y se iban al campo repitiendo su “Tolón, tolón”…

La ternerita crecía, alegre y segura con las atenciones, cariño y la melodía de sus enllaves del pueblo, y ellos, orgullosos y motivados con la descendencia de “Primera” Pero ¡oh, destino caprichoso! Temprano una mañana el encargado de la finca donde pacían “Primera” y su vástago, informó que la ternera había fallecido.

Los primos se dirigieron prestamente al lugar donde yacía el cadáver de la criatura. Pero esta vez anduvieron en absoluto silencio; agobiados por el triste acontecimiento de un ser igualmente querido por ambos.

Llegaron cariacontecidos, los ojos húmedos y comprobaron el deceso. Nada se podía hacer. Fue un golpe tremendo que desarticuló cariños e ilusiones que los envolvía a aquel animalito.

La enterraron con los corazones destrozados…

El retorno fue lento, lacerante. Pero hubo un momento que don Temo no pudo soportar sus cavilaciones afectadas, desviadas e irrumpió acusadoramente:

-Fuiste tú que la mataste. Tú eres el culpable. Solo tú.

-¿Y que he podido hacer yo, que la quería tanto como tú? ¿Por qué me acusas de esa manera?

-Sí, tú. Con tu forma tan fea y tan mala de cantar. Con tu voz desagradable y desentonada, que sólo sabes emitir chillidos. ¡Sólo Dios te podrá perdonar!

Don Temo fue músico, sentimental y solidario toda la vida. Ese hecho lo trastornó momentáneamente. Aunque fueron parientes inseparables, nunca más reanudaron las incursiones vespertinas. Y “Tolón, tolón” desapareció por senderos ignotos…

(Conclusión).

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