El talón de Aquiles de los candidatos

El talón de Aquiles de los candidatos

José Miguel Gómez

La campaña política apenas empieza. Los viejos caudillos: Balaguer, Bosch y Peña Gómez han entrado al ruedo político aún después de muertos. Balaguer es el más copiado e mitado por las nuevas generaciones de políticos. Bosch y Peña siguen siendo los referentes morales y de compromiso con la democracia y la justicia social, pero Balaguer, sigue siendo el de los resultados, el líder redefinidor y autodirigido de mayor trascendencia del siglo XX.

Cada candidato tiene su personalidad, temperamento y carácter que lo hace diferente a los demás; decía Aristóteles, cada ser humano es único e irrepetible; ya lo saben, nadie puede ser Bosch, ni Peña, ni Balaguer.

“La suerte esta echada”, pero no hay camino malo, ni la patria esta en peligro, ni manos limpias, ni gobierno de niño, ni se soltó el moreno, ni el robó ni mató”.

Cada hombre tiene luz y sombra, construido de carne, huesos y debilidades. Los mas inteligentes reconocen sus fortalezas y debilidades; hasta su talón de Aquiles, sus miedos y trampas. Es al adversario político que le toca descubrir el talón de Aquiles de su contrincante, para saber de qué cojea, dónde se cae, dónde le dan las flojeras, y por qué se cae y no se levanta.

Al final, son las decisiones las que determinan los procesos y no las condiciones. El dinero ayuda, la publicidad y el marketing, pero no es suficiente para alcanzar el poder o mantenerse en el poder.

El buen olfato y tacto político ayuda; pero también, la empatía y capacidad de manipular, chantajear, controlar al adversario, tumbar los argumentos, construir las ideas y discursos, conectar con las masas y motivar el voto y la intensión del votante, a través de la neuropolítica, el algoritmo, y el neuromarketing que, son los que predicen las tendencias de los votantes, de los inseguros, conservadores e influenciables en tomar decisiones; ya sea por miedo, prejuicios, condicionamiento, lealtades invisibles, cultura del favor, o prostitución política.

En política hay que exponerse, tener oídos sordos, saber cuándo hablar, dónde hablar, a quién hablar y para qué hablar, pero también, cuándo callar y cuándo responder para controlar, anular, silenciar o distraer al adversario.

Cada candidato estudia a su adversario, trata de descubrir de qué cojea, su debilidad, su fragilidad, sus miedos y trampas; pero también, su fortaleza, sus bondades y su espíritu de competidor y de guerrero en la lucha política.

La confrontación de ahora no es ideología, ni de lucha de clase, ni de castas, ni de nacionalismo, ni de referentes geopolíticos. Cada candidato tiene su filosofía de vida, sus valores y principios, su vocación, su compromiso y sus razones de ser y de existir en la política, sus medios y fines, su rostro y palabra, sus aciertos y desaciertos como todo ser humano. Sus tres vidas, como expreso en el libro Balaguer Visto por un Psiquiatra: la pública, la privada y la secreta.

He repetido que la sociedad civil, los medios de comunicación, las universidades, las iglesias y los hacedores de opinión, deben demandar y fortalecer los debates políticos en los diferentes espacios.

El votante es joven, urbano, tecnológico y necesitado de escuchar esperanza, oportunidades, inclusión social, compromiso y acciones diferentes, para poder tener acceso al bienestar social.

El talón de Aquiles de cada quien, lo vamos a descubrir, cuando el candidato termine cojeando y poniendo en evidencias sus trampas y limitaciones.

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