El señor embajador norteamericano en el país, Raúl Izaguirre, en una ofrenda verbal a Puerto Plata, sintetizó los estímulos que necesita el turismo de la zona para rehabilitarlo. Fue un brillante análisis inyectando el optimismo, que en breves palabras, dibujó un futuro promisorio, que dependerá de sus habitantes, consolidarlo y aprovecharlo.
Desde que en la década de los 70 del siglo pasado, el gobierno del doctor Joaquín Balaguer vertió sobre la costa norte una avalancha de dinero convertida en hacer una playa, consolidar los suelos de lo que serían asiento de los hoteles, construir un moderno aeropuerto, mejorar el anillo vial del norte, rehabilitar en parte el puerto que da servicio a la región, instalación de una termo eléctrica, acueducto, otras obras de infraestructura y hasta un moderno estadio de béisbol, indispensables para garantizar una buena oferta de servicios a los visitantes.
El arranque del turismo de Puerto Plata fue halagüeño, y hasta los cruceros comenzaron a llegar cargados de visitantes, que pernoctaban por un día y utilizaban su encantador teleférico con una embellecida loma de Isabel de Torres.
Fueron los puertoplateños, que en su angurria por arrebatar los turistas que llegaban en los barcos o en los aviones, espantaron a los promotores de esas visitas, desencantándose y dejaron de promocionar a la costa norte como destino turístico.
Lo peor del descalabro del turismo puertoplateño es su clima en invierno, el cual no es acogedor con la llegada de los frentes fríos con sus grandes oleadas, fuertes vientos y torrenciales aguaceros, acompañados de una apreciable caída de la temperatura. Ese es el panorama de la temporada alta de turistas, lo cual los desalienta, al no disfrutar plenamente del sol, el mar y la playa dominicana e irse sin el bronceado tropical.
Ahora se han coordinado esfuerzos y ha ocurrido un repunte en la ocupación hotelera, que ha estimulado a reabrir hoteles y remodelar a otros, pero siempre con el temor de los operadores de tours de las condiciones climáticas invernales de la zona de que sus clientes se marcharían sin broncearse.
Con la construcción de la terminal para cruceros en Maimón y la inversión que se realizará, permitirá abrir nuevas puertas, ya que esa actividad será el impulso que fortalecerá si persisten los planes de traer más turistas del cono sur del continente, que en nuestro verano es su invierno austral.
Hay gentes muy interesadas en rescatar el turismo de la región, ya que existe la infraestructura y se están añadiendo otras para asegurar un flujo de visitantes, poniendo énfasis en el turismo de verano. Con la lección aprendida del fracaso del pasado, los nativos de la zona aprenderán a vivir con los turistas, sin asediarlos ni agredirlos, cuando se trata de ofertarles sus servicios de transporte, de guía o de vendedores de recuerdos.
Las palabras del embajador Izaguirre, junto con los impulsos de grupos privados de la región, han logrado un destape de un turismo que una vez se creyó sería un puntal para la región norteña. Los errores hacen levantar los pies y ahora se procura corregir esas torpezas originales y estructurar los planes en torno a que la temporada alta del turismo del norte debe ser en el verano criollo, ya que como ocurre ahora siempre llueve a raudales y el oleaje impide el uso de las playas.