El teatro de títeres, un arte
que no debemos olvidar

El teatro de títeres, un arte <BR>que no debemos olvidar

POR DULCE ELVIRA DE LOS SANTOS
Para el titiritero y maestro mexicano Roberto Lago, la finalidad del teatro de títeres es “servir de agente integrador de todas las facultades creadoras del niño, de su actividad intelectual y manual, de su vocación artística, de sus inquietudes artísticas y literarias y, aún, de su sentido o instinto social”.

El títere no es sólo un muñeco que actúa como comúnmente se le conoce; tampoco se limita a una forma más de hacer teatro o de divertir a los niños y niñas. Su capacidad expresiva se manifiesta en montajes que rebasan el concepto diversión pura y simple. El títere es comunicación, imagen, creatividad, es juego y educación. Al aportar el títere su esencia se convertirá en toda una experiencia que los adultos y especialmente los niños y niñas nunca olvidarán. Y es tan poderoso, tan efectivo, que resulta una herramienta educativa sumamente valiosa.

Siendo el niño un receptor por excelencia, el artista no puede descuidar lo que le ofrece. Tomemos en cuenta que es como una esponja que asimila todo cuando se le da, y fija de modo especial lo que llega a emocionarlo, sea esto positivo o negativo.

La gracia de los muñecos, su picardía y su espíritu de juego representan una fuerza misteriosa que arrastra a nuestros pequeños espectadores.  Por eso entendemos que el teatro de títeres dedicado a los niños y niñas debe contribuir a su formación integral y formarlos como espectadores críticos.

Es en la primera infancia, la niñez y la adolescencia donde la educación se hace de vital importancia, de manera que la sociedad debe proveer a los infantes de oportunidades educativas para la adquisición de conocimientos y valores que les permitan desarrollarse y construir la base de su futuro personal y de la sociedad a la que pertenecen. “Todo otro momento para la educación básica es tardío y si se recupera es a un alto costo para todos”.

¿QUÉ SE LOGRA CON LOS TÍTERES? 

Con un tipo de obra determinado se le brinda al niño, una serie de conocimientos que estarán grabados en él con mayor seguridad y serán aprendidos con más facilidad que las lecciones.

Los títeres despiertan la emoción, crean un clima de juego, de espontaneidad, de desenvolvimiento de la personalidad infantil

Ayuda a que los niños fijen mejor los contenidos de las asignaturas.

Motiva a los tímidos a expresarse libremente. Invita a cantar, a jugar, a colaborar en una actividad colectiva. A pronunciar bien los trabalenguas y a repetirlos.

Desarrollan la imaginación y permiten fijar mejor los mensajes.

Son siempre atractivos, aceptables y fácilmente establecen relaciones de complicidad con los espectadores.

Dan a conocer las obras de la literatura clásica, sirviendo de ayuda en su educación escolar.

¿LLEGAN LOS TÍTERES A TODOS LOS NIÑOS Y NIÑAS? 

No. La gran mayoría de la población carece de acceso a la cultura.  En nuestro país existen ayuntamientos en cada provincia, ateneos, casas de cultura… que no programan ninguna actividad cultural, sencillamente porque en el presupuesto estatal destinado a la cultura no se incluyó fondo para ellas, amén  de que, en muchos casos, el que dirige estas instituciones tiene una idea errónea de lo que es cultura, limitándola a la presentación de un combo o una orquesta musical.  Pero además, en nuestro país no ha existido una política cultural diseñada y organizada para los niños y niñas.

La cultura se ha desarrollado de manera eventual e irregular, respondiendo a un criterio de lo recreativo. No hay un diseño claro de política cultural bien estructurada que determine cómo y de qué modo la cultura llegará a la mayoría de la población en formar regular y sistematizada, que pueda dársele continuidad independientemente del gobierno de turno.

Me comentó en una ocasión el dramaturgo y titiritero Reynaldo Disla, que el apoyo a la cultura demuestra el grado de civilización de un pueblo. Y yo agrego que un país que quiera ser conducido hacia el progreso deberá prestar especial atención a la cultura, ésta no debe ser fruto de la inmediatez porque luego viene el olvido…

Hay que implementar una política cultural nacional avalada por proyectos sistematizados que dejen atrás la eventualidad y la improvisación. En el caso de nuestros títeres, es necesario establecer un sistema nacional que lo difunda como actividad constante. El teatro de títeres debe estar presente en todos los planes de estudios porque  representan una herramienta valiosa para lograr propósitos concretos.

Es importante que nuestros niños y niñas crezcan en un ambiente con alternativas culturales diversas, esto los hará más sensibles, y a la larga la sociedad habrá ganado.

Ojalá, nuestros próximos representantes culturales comprendan la importancia del teatro de títeres y le brinden su apoyo.  Me queda la esperanza aún de que alguien haga honor a estas palabras del querido don Juan (Bosch): “Se va al Estado a servir, no a servirse de él”.

——————

* La autora es titiritera.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas