Las elecciones presidenciales y congresuales del 5 de este mes no constituyeron un modelo democrático por los múltiples abusos del Estado y ausencia de reales regulaciones para garantizar la equidad, como se interpreta del informe preliminar de la misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (MOE/OEA).
El documento es el más crítico de las observaciones electorales de la OEA en las elecciones dominicanas de las últimas décadas, pero ha pasado casi desapercibido en medio de las preocupaciones por el coronavirus, aunque merece atención si se quiere mejorar el sistema electoral, incluyendo, las leyes de Partidos y del Régimen Electoral.
El abuso del Estado
El informe recoge muchas de las denuncias que se formularon durante el recién pasado proceso electoral sobre inequidad y excesos gubernamentales para favorecer las candidaturas del partido oficialista, especialmente las derivadas de las medidas de emergencia y los subsidios sociales originados por el covid-19, especificando que en la entrega de dádivas y ayudas sociales “pudo comprobar el activismo político de funcionarios públicos desde la figura presidencial hasta los cargos de rango municipal”.
También observaron múltiples ejemplos de propaganda y comunicaciones políticas alusivas a los programas sociales de emergencia, por parte de la campaña del partido de gobierno”, y formulan recomendaciones que dejan atrás el lenguaje excesivamente diplomático de otras ocasiones.
Indica que las medidas de distanciamiento social y toque de queda impuestas por la pandemia impactaron la campaña electoral y que la misión recibió reclamos de distintos actores políticos sobre discriminación en su aplicación. “A lo anterior, se sumó la protesta generalizada por parte de la oposición en torno a las asistencias sociales distribuidas por el Gobierno en el marco de la pandemia, que en opinión de muchos actores políticos y sociales fueron instrumentalizadas con fines electorales por el binomio oficialista.
La MOE/OEA critica también la ocurrencia de amenaza o promesas de empleos como método de campaña electoral, calificándola de atentatoria contra la dignidad de las personas. Reconoce la importancia de que las autoridades públicas atiendan las necesidades de la población ante las devastadoras consecuencias económicas que la pandemia genera en la mayoría de los países, pero “advierte que la institucionalidad democrática demanda una rigurosa separación entre el Estado y las organizaciones políticas, de forma que la ciudadanía pueda tener certeza de que su acceso a servicios públicos y a una red de bienestar no estará condicionado a lealtades partidarias”.
La eterna compra de votos
Como en anteriores procesos electorales, la misión de la OEA coincide con el movimiento cívico Participación Ciudadana y otros sectores en la denuncia de la compra de votos y de la propaganda en los recintos electorales en la jornada de votación. Dice que sus observadores “constataron compra de voto en las inmediaciones de los recintos electorales por parte de diversas fuerzas políticas. La Misión reitera de manera enfática que esta ha sido una práctica constante en los procesos electorales dominicanos, que no ha sido suficientemente combatida”.
Agrega que la compra de votos y cédulas “no solo constituye un delito electoral bajo la legislación dominicana, sino que socava el Artículo 282 inciso 6, Artículo 283 inciso 10 y Artículo 285 inciso 4 de la Ley 15-19 Orgánica de Régimen Electoral, el libre ejercicio del sufragio y mina la confianza de los votantes en todo el sistema electoral”. Insiste en la importancia de que se adopten medidas contundentes para erradicar esta práctica, lo que es una responsabilidad compartida de las autoridades administrativas, policiales y judiciales, así como de los propios actores políticos y partidarios, y de la ciudadanía en general.
La compra de votos y cédulas es práctica muy vieja en el sistema electoral. Fue comprobada por la observación de Participación Ciudadana en 30% de los recintos de votación en las primarias de octubre, con registros menores hasta el 17% en las municipales y en las presidenciales y congresuales de este mes. Esta baja podría atribuirse a una campaña en las redes sociales y por parte de la Junta Central Electoral, aunque para nada ha mediado la policía electoral, ni la fiscalía especializada para perseguir los delitos electorales. El delito ha sido ejecutado por diversos partidos pero también por candidatos a cargos congresuales y municipales, a veces en perjuicio de propios compañeros para buscar beneficios del voto preferencial por los diputados y ahora también para regidores.
Sobre legislación electoral
La MOE/OEA saluda la aprobación de la Ley de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos y la Ley Orgánica de Régimen Electoral, en los dos últimos años, pero indica que los recientes procesos electorales han puesto en evidencia la necesidad de realizar ajustes a la legislación, para suplir vacíos legales y clarificar algunas disposiciones. Insta a las autoridades, actores políticos y sociedad dominicana a no abandonar las tareas de reforma, a fin de continuar perfeccionando el sistema electoral y erradicar prácticas perniciosas que han persistido durante muchos años en el país.
Deploran que la legislación electoral no fue cumplida en aspectos fundamentales, desde el inicio de la campaña electoral antes del período legal, a la transparencia del gasto, que estuvo por completo ausente, indicando que incluso las ayudas sociales de partidos y candidatos deben ser consideradas como gasto de campaña electoral. Sostienen que no hubo una verdadera fiscalización del gasto de los partidos, que no identificaron los contribuyentes como manda la ley, denunciando la desigual disposición del subsidio estatal, concentrado excesivamente en grandes partidos y en los candidatos presidenciales.
Sobre la recién creada Procuraduría Especializada para persecución de los Delitos Electorales, el informe sostiene que todos los actores entrevistados, incluida la propia fiscal electoral, señalaron que carece de los medios materiales, logísticos y de independencia organizacional para llevar adelante sus funciones.
El documento de la OEA no deja dudas de las limitaciones de las dos nuevas leyes que rigen el sistema electoral, de sus vaguedades y de su falta de cumplimiento, lo que resalta una vez más la descomposición del sistema político nacional y la recurrencia a desconocer las leyes y normativas. Pocos insistieron en el cumplimiento de reformas que se discutieron durante dos décadas.
Para ser tomadas en cuenta
El informe contiene muchas otras recomendaciones que deben ser tomadas en cuenta, siendo lamentable que la gravedad de la crisis desatada por el covid-19 no haya permitido que se le otorgue la atención debida. Ello podría determinar que como en otros procesos electorales, lo mismo que las recomendaciones formuladas por la observación electoral nacional de Participación Ciudadana, queden de nuevo en los archivos. Pero deberá ser aliento para cuantos abogan por una firme institucionalidad democrática.
Esta misión de la OEA fue presidida por el expresidente de Chile Eduardo Frei Ruiz-Tagle y estuvo constituida por 73 expertos de 18 nacionalidades. Por la pandemia solo 57 estuvieron en el país, y 6 observaron las elecciones en Miami, Nueva York y Madrid. Por cierto que recogieron las quejas por las dificultades para votar en el exterior y la realidad de que muchos no pudieron votar por no haber aparecido en los padrones.