El Teniente Mella

El Teniente Mella

Cuando se había perdido en la memoria lo que ocurrió a partir del 24 de Abril de 1965, el Teniente Mella esperaba ese día para colocar aunque fuera en una ventana de su casa la gloriosa Bandera Nacional, mientras cantaba solitario, el Himno de la Revolución, escrito al fragor de la batalla por el inspirado compositor  Aníbal de Peña, autor, compositor también del Himno del Partido Revolucionario Dominicano, cuyas letras gloriosas fueron pergeñadas por el tribuno  José Francisco Peña Gómez, el más grande e irrepetible líder de masas de la historia nacional, cuyo verbo encendido y certero anunció el inicio de lo que luego se conoció como la Guerra de Abril de 1965.

Aún resuenan, entre las viejas paredes centenarias de la Ciudad Colonial y en las casas, más recientes, de Ciudad Nueva y una parte de Gascue, las palabras llenas de valor y patriotismo de una generación que decidió arrinconar el miedo y salir a las calles a reclamar libertad, democracia, igualdad, respeto a la Constitución.

Las flores de aquel mes de mayo mantenían en sus corolas el increíble equilibrio de las gotas de rocío que semejaban lágrimas de la alegría que provocaba el sentirse dueña de sus destino a una generación que decidió imitar a los grandes hombres, a los héroes que forjaron la República para que se supiera que Quisqueya si fuere mil veces esclava, otras tantas ser libre sabrá.

La historia es como una rueda cuyo circular es más o menos lento, más o menos rápido. La circularidad con que se repiten acontecimientos es una demostración de la geometría de la historia.

Nos lanzamos a las calles a gritar a favor de la libertad, en pro de la democracia, en reclamo de la constitucionalidad.

Nuestra decisión estuvo clara desde el principio: vencer. Nadie salió a las calles a inmolarse de manera romántica.

Salimos a buscar armas para defender al pueblo de la lógica respuesta de los enemigos de la libertad.

Aquellos meses de Abril a Setiembre fuimos libres, actuamos soberanamente como nación, tuvimos un gobierno que se negó a aceptar las dádivas con las cuales nos tentó el prepotente invasor.

No pudieron con nosotros. Las bombas y la fuerza aérea, los barcos de la marina de guerra no pueden vencer la voluntad de un pueblo que decide quebrarle el pulso a sus enemigos, a quienes usan las armas para actuar como ejércitos de  ocupación de sus propios países. No pudieron vencernos, no nos vencieron, aunque muchos quisieran borrar la gesta de Abril de 1965 la historia recoge el arrojo, el patriotismo y la decisión con la que acompañamos la belleza de las gotas de rocío en la copa de las flores en aquellos días de gloria.

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