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Es claro ya que la desconfianza hacia la banca y al Gobierno por no haber emplazado y retirado los funcionarios que se han distinguido por sus desplantes económicos frutos de sus actos de corrupción, y por esa corrupción imperante es normal que no se produzcan nuevos puestos de trabajo para nuestra juventud bien preparada, que están sin trabajo cuya desocupación mayor es de un treinta 30%. Lo están haciendo emigrar hacia otras naciones ¡Quién pondrá freno a esa grave situación!

Como es de conocimiento por toda la nación, en estos precisos momentos es imposible absorber todos esos desocupados, por el gran número de inactivos y en poco tiempo pueden devorar el gobierno y todas sus instituciones y que parece que nuestra endeble oposición política mantiene, por su división y luchas detrás de los partidos, una actitud de indiferencia hacia este problema, por lo que nadie puede prevenir lo que pueda suceder y sin poder pensar en lo que se avecina en un próximo futuro, que puede destruir nuestro país, mientras tanto la corrupción y el tráfico de drogas se viene apoderando de todas las actividades de la nación.

Nuestros políticos, no importa su afiliación, no acaban de entender que ellos son los que determinan con sus ejecutorias el curso de la Historia y olvidan lo que sucedió hace muchos años en Francia, que el pueblo entero se llevó de encuentro la Bastilla, y todo lo demás lo conocemos ampliamente. El Presidente de la República puede evitarnos esa catástrofe con una visita imprevista como suele hacer, visitando los terrenos de la corrupción y luego ejecutar una acción inmediata, sometiendo a la justicia a los corruptos del presente y del pasado, y así quedaría definitivamente el teorema económico y político resuelto y al mismo tiempo se convertiría en el nuevo Padre de la Patria de República Dominicana, porque ya la corrupción no es solo de los funcionarios públicos y ciertos empleados públicos.