El tercer reclamo

El tercer reclamo

La aprobación antier por el Senado del convenio firmado por República Dominicana con Estados Unidos y Centroamérica DR-CAFTA, despeja un poco el horizonte. Al ocurrir por directrices de la alta dirigencia del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) pocos dudan que ocurrirá lo mismo en la Cámara de Diputados.

Lo que más corresponde ahora es fijar la atención en el otro gran tema pendiente en el ámbito de la economía que no es otro que la reforma fiscal, la que debería abordarse conjuntamente con el compromiso de establecer por ley –además del decreto que fuera necesario– medidas compensatorias para sectores que serán afectados por la apertura de mercado.

Se trata pues de dos restituciones de ingresos: para el fisco que renuncia a aranceles y otras cargas y para industriales, agroproductores y el comercio.

Pero habría que atender unas terceras razones en este proceso.

Porque el asunto no puede tratarse únicamente de cambiar los impuestos de sitio. Igual de primordial es que el Estado se recoja un poco, a partir de su fama de entidad con ineficiencias y dispendios; de excesos de empleos (grandes y chiquitos), de multiplicidad y duplicación de funciones y de incapacidad para captar los tributos que más justamente deberían ir a sus arcas.

De un estado que multiplica provincias y municipios innecesariamente para saciar ambiciones de políticos que quieren más y más s cargos para una burocracia improductiva.

Frustratoria e insuficiente sería la Reforma si no hay garantías de mayores controles y racionalidad en el gasto público.

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El concepto mini

Cincuenticinco familias de la comunidad de Los Martínez, jurisdicción de San José de Ocoa, disponen desde antier de luz eléctrica pero ni el más mínimo destello de sus bombillos le cuesta dólares a la economía dominicana.

Cero petróleo, cero contaminación y cero apagones, pues allí no aparecería la nariz de ninguna ede.

Todo un jalón de progreso, trepado a lomas de tierra adentro que fue posible por el esfuerzo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con el concurso de la Agencia de Cooperación Alemana (GTZ) y la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEE) más la mano de obra de la propia comunidad.

Con una pequeña hidroeléctrica, que representó una inversión de 2.5 millones de pesos, un conglomerado de la Cordillera Central cuenta ahora con su propia energía para iluminación y uso de algunos equipos modestos.

Es innegable que ciertas metas cruciales de este país obligan a proyectar acciones de mucha envergadura. El aumento de la generación a nivel nacional ha de buscarse con grandes termoeléctricas a carbón o gas para disminuir costos. Pero la visión de esta sociedad no puede excluir lo modesto cuando se trata de ejecutorias basadas en la eficiencia.

El potencial de aprovechamiento de caídas de agua es todavía elevado en el territorio nacional.

La construcción de presas pequeñas y medianas es una de las respuestas que los dominicanos tendrán que dar al curso desastroso que llevan los precios del petróleo. El caso Los Martínez resulta estimulante. Es mucho lo que múltiples obras hidroeléctricas menores podrían contribuir a la obtención de energía alternativa.

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