El terrible drama de la PN

El terrible drama de la PN

El retrato de la Policía Nacional (PN) que presentaron cinco reportajes de Minerva Isa y Eladio Pichardo publicados esta semana por HOY configura un terrible drama de esa institución y de la sociedad dominicana retada a contener la creciente inseguridad derivada de la multiplicación de la delincuencia en grandes y pequeñas expresiones.

 Resulta imposible condensar en un artículo el dramático contenido de estos reportajes, pero vale recomendar su lectura a todo el que tenga alguna preocupación por el auge de la delincuencia en el país y las serias dificultades para combatirla. Aunque con la advertencia de no leer los cinco de corrido, para no resultar intoxicado. Lo más uno cada doce horas, o lo mejor como fueron publicados, uno por día, en dosis soportables.

La situación rebasa con mucho la responsabilidad de uno u otro de los oficiales que han dirigido la institución, incluso de los secretarios de Interior y Policía, algunos de los cuales como sus actuales titulares, han mostrado interés en implementar remedios. Es el fruto de una política de Estado de largo plazo, responsabilidad de todos los gobiernos, y de la indiferencia -cuando no de la complicidad- de sectores sociales que han querido cerrar los ojos, pretendiendo que la “mano dura”  les va a proveer seguridad.

La realidad que se pinta en estos reportajes es que la PN está carcomida  hasta el tuétano, traspasada por todo género de prácticas delincuenciales, fruto del desorden general y la corrupción de la sociedad dominicana, como ha quedado evidente en los últimos años por la cantidad de miembros que han sido atrapados en las redes del crimen en todas sus expresiones, incluyendo el narcotráfico, de cuyos potentados hasta altos oficiales han sido convertidos en sicarios, en palabras más claras, en asesinos por encargo.

No puede ser consuelo pensar que también miembros de otras instituciones encargadas de la seguridad nacional están incursionando cada vez más en todas las formas de la delincuencia, porque en el caso de la PN es más grave por cuanto sus miembros son los encargados directos de perseguir el delito.

Las pinceladas periodísticas de Isa y Pichardo muestran que tenemos 31 mil agentes policiales mal pagados, que en su mayoría son pluriempleados, muchos explotados al tener que trabajar horarios indecentes, se cree que cerca de la mitad no prestan reales servicios policiales, sino que son sirvientes de generales, políticos, funcionarios y empresarios. Los que trabajan en las calles macutean, picotean o cobran peaje en todo tipo de establecimiento, desde colmados y colmadones, bares, bancas de apuestas, hoteles y restaurantes, choferes y chiriperos y con los simples ciudadanos, que buscan su protección o terminan extorsionados.

Aunque en los últimos tiempos ha habido alguna mejoría en los salarios, el cuadro publicado el lunes debería ser suficiente para entender la Policía que tenemos. Baste indicar que el jefe de la PN tiene un sueldo mensual de 67 mil pesos, menos de dos mil dólares, lo que contrasta brutalmente con la realidad de que cientos de regidores ganan ya sobre 100 mil pesos para asistir a una o dos sesiones al mes y cientos de subsecretarios sin funciones cobran 175 mil pesos al mes. Ni hablar de los generales con 31 mil pesos, los coroneles de 20 mil, los tenientes de 10 mil, los sargentos de 6 mil y los rasos de 5 mil pesos al mes.

Si alguien duda lo que hace la mayor parte de los policías para vivir sólo tiene que preguntarse cómo es que hay tantos oficiales de ayer y de hoy que tienen grandes propiedades y han vivido y viven con ostensibles signos exteriores de riqueza. Se les dio un uniforme, arma y licencia para que se busquen la vida como puedan. Y en medio de tanta descomposición y delincuencia de alta rentabilidad ellos han reclamado su cuota.

La lectura del terrible diagnóstico que nos ocupa conturba el ánimo de cualquiera, porque se descubre la madeja de corrupción y las debilidades institucionales que corroen a la PN y que hacen tan difícil corregir el rumbo, aún para sus superiores más honrados y mejor intencionados. Con el agravante de las divisiones grupales que generan 57 generales esperando heredar al jefe de turno.

Algunos reaccionarán considerando exagerado el cuadro. Otros se taparán los ojos y los oídos y permanecerán indiferentes. La sociedad dominicana ya no se sacude fácilmente. Pero estos reportajes invitan a grandes decisiones, como la que se viene reclamando: una reestructuración a fondo y total de la Policía, para lo cual se requiere contratar a tiempo más que completo un equipo multidisciplinario de especialistas. Pero lo primero es la voluntad política de afrontar la situación.

Lean también las declaraciones del Jefe de la PN, general Rafael Guillermo Guzmán, quien afirma que en su gestión de año y medio ha cambiado la institución, que el promedio de casos resueltos subió del 17 al 54 por ciento, que los robos de vehículos se redujeron en 71 por ciento  y ha botado mil 187 miembros. Entonces hablaron muchas mentiras sus antecesores que siempre afirmaron que mejoraban sistemáticamente y también botaron centenares.

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