El tiempo apremia

El tiempo apremia

El Presidente Leonel Fernández le habló al país la noche del jueves para anunciar un Plan Nacional de Recuperación y parecería apresurado pedirle que en tan corto tiempo haya soluciones para muchos de los problemas dejados por la tormenta Noel.

 Sin embargo, consideramos que el problema de refugiados en las escuelas debe ser resuelto a la mayor brevedad posible, porque constituye realmente un modo para multiplicar el número de damnificados.

Al usar las escuelas como refugios no solo son damnificados los alojados allí porque perdieron sus viviendas, sino también los estudiantes que se ven privados de recibir docencia.

Por más que se quiera, una escuela no ha sido concebida para estada permanente de familias enteras. Sus instalaciones sanitarias tienen muchas limitaciones y sus estructuras como tales favorecen el hacinamiento.

El otro aspecto es que las escuelas se deterioran de manera significativa cuando se las somete a la condición de refugio.

Con una emisión de bonos por RD$5,000 millones aprobada por el Congreso e ingresos por concepto de líneas especiales de crédito y donaciones de organismos internacionales, el Gobierno tiene acceso a recursos suficientes para ir desocupando las escuelas a la mayor brevedad.

Sería una forma de resolver el problema de dos tipos de damnificados: los que perdieron sus casas y los que están perdiendo  clases.

El discurso que falta
Hay quienes dicen, partiendo de criterios y preferencias muy particulares,  que el discurso pronunciado el jueves por el Presidente Leonel Fernández no llenó algunas expectativas.

Muchos esperaban que el Presidente hablara, en esa oportunidad, no solo de la fórmula gubernamental para encarar los estragos causados por Noel, sino también  de un plan de contingencia inspirado en la necesidad de mitigar el tormento que representan  las alzas del petróleo.

Posiblemente hubo una expectativa que no reparó en el hecho de que toda tragedia humana de la magnitud de la provocada por Noel, desplaza en el orden de atención cualquier otra prioridad, trátese de petróleo o de lo que sea.

Eso no quiere decir, en modo alguno, que el tema del petróleo y sus costos haya dejado de ser prioridad en los primeros numerales del orden que debe ser atendido.

Este fin de semana los precios de los carburantes aumentaron, como era de esperarse después de que el Gobierno -en virtud del azote meteorológico- absorbiera las alzas que corresponderían al fin de semana anterior.

Los precios del petróleo siguen en alza indetenible y, aunque con titubeos, se aproximan a los cien dólares por barril, un costo que castigará aún más severamente nuestra economía.

En semejantes circunstancias, no hay duda de que al país le está haciendo falta otro discurso del Presidente, para conocer en líneas generales los planes para ajustarnos los cinturones en materia de combustibles y energía.

Una expectativa que tenemos es que aparte de ahorro y uso racional de energía e hidrocarburos, el Presidente podría anunciar disposiciones puntuales y explícitas para reducir el gasto público.

En fin, nos hace falta un discurso concebido para fomentar la eficiencia del uso, el consumo  y el gasto en todos los órdenes.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas