El tiempo de los ofendidos

El tiempo de los ofendidos

Así rezaba el título del poema más emblemático del más grande de los poetas salvadoreños, Roque Dalton. Con una participación record de más del 60% del electorado y una ventaja de más de cien mil votos, el pueblo salvadoreño, el  de monseñor Arnulfo Romero, llevó a Mauricio Funes y al comandante Salvador Sánchez Ceren a la presidencia y vicepresidencia de El Salvador.

Una franja de más de la mitad de las y los ciudadanos aptos para votar, venció el miedo, el chantaje criminal, el fraude y la brutal resistencia del poder, para votar mayoritariamente por los candidatos del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

Nuestro pueblo y la izquierda tenemos que felicitarnos por este nuevo triunfo americano. En nuestro país, donde la izquierda, por nuestros propios errores, hemos perdido el vínculo con el pueblo, este nuevo triunfo nos convoca y nos desafía a convertir nuestras palabras en hechos; nuestros deseos y determinación de rectificación en pasos políticos de avance,  que expresen nuestra determinación de trabajar para construir una nueva mayoría dispuesta a desplazar del poder en el 2012 al actual presidente y evitar el regreso de las otras dos cúpulas políticas, que junto con la que nos gobierna, han convertido la República Dominicana en el mismo infierno.

El mundo se precipita hacia una depresión. Los problemas del país se profundizan. ¿Qué cambios y medidas profundas han implementado el Gobierno y sus altos funcionarios ante esta amenaza? Mientras más miseria, mejor ambiente para el clientelismo.

Mientras más desamparado del aparato productivo más miedo tienen los propios productores de desafiar al gobierno, y más propensos están ciertas cúpulas de los aparatos corporativos para aceptar “soluciones” que lindan en lo individual y lo antinacional.  Así es la lógica de este poder.

Las recaudaciones caen y la entrada en moneda fuerte disminuye a la carrera. Aferrado al mentado “equilibrio macro-económico”, el gobierno necesita mantener la inflación y el déficit fiscal dentro de determinados límites y  que el saldo de la balanza de pagos no sea muy grande.

Para el primer mal, sacan chorros de dinero de circulación y mantienen altas las tasas de interés, ahogando la economía. Y para los otros dos,  ahora surgen voces “autorizadas” que recomiendan que se consiga ambos equilibrios  apelando al endeudamiento externo y atrayendo  a esos inversores  extranjeros, que andan el mundo tras este tipo de oportunidades brindadas por gobernantes inescrupulosos.

Parte de nuestra acción política es denunciar estos planes y no permitir que el país pierda aun más trozos de su soberanía para satisfacer la incapacidad y la ambición de los gobernantes.

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