En oposición no intencional a la narrativa que trata de convencer a todos de que con crecer económicamente casi bastaría para que el país duerma tranquilo, la más reciente encuesta nacional sobre el impacto de la expansión de actividades lucrativas indica que la mayoría de los ciudadanos (68%) que esta tierra pisa no cubre sus gastos de subsistencia. Por el umbral de sus puertas no ingresa liquidez que solo están haciendo posible la holgura a capas sociales superiores pero constituidas en minorías. En las estadísticas del progreso mentado no aparecerían –ni el Estado gastaría en publicitarlas para legitimarse- datos del sondeo que hablan de las proporciones de la demografía que cotidianamente huye en busca de ayuda para sobrevivir hacia familiares situados fuera de crujías y prestamistas informales (ordinariamente tachados de usureros) mientras siguen por la vida sin ahorrar y en busca de aparecer en la lista de dádivas oficiales; como las de mil quinientos pesos para regalos de madre cuyo programa incluye un sustancial gasto presupuestal para el cacareo que nunca falta.
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Esto mientras es evidente que no se está tratando suficientemente de llegar, para fines correctivos, a factores que dan continuidad a la falta de equidad distributiva. Asignar mayor presupuesto a la Educación –herramienta que sería contundente– estaría dando frutos ya si lo primero hubiera sido mejorar su calidad y sus alcances en un país con pronunciada presencia de ruinas modernas o dígase mejor: de planteles masivamente a medio talle de construir. Con una comunidad educativa perjudicada por un liderazgo profesoral sindicalmente díscolo que hace tropezar al sistema. Educar estratos sociales marginados generando el crecimiento personal habría contribuido al desarrollo humano aquí deficitario. Además el Estado debe acrecentar ingresos con una reforma fiscal para enfrentar los retos de diseminar los resultados del auge de riquezas generalizando el bienestar y reduciendo gastos corrientes y la subordinación al endeudamiento. Se produce más sin avanzar hacia condiciones estructurales que favorezcan la rentabilidad del sector productivo a menor costo; multiplicar empleos y remuneraciones a la fuerza laboral e impulsar la competitividad del país.