El Año Nuevo es un tiempo donde se despide el ciclo que culminó y damos la bienvenida a un nuevo período. El día primero de enero se espera en familia, con gritos, música, comida y bebida; algunos lo esperan en la iglesia y otros se van de vacaciones a una cabaña o a un hotel. Al recibir el Año Nuevo, muchos de nosotros sentimos una sensación de triunfo, es como llegar a la meta sin ningún inconveniente, diciendo a todo pulmón:¡ Hemos logrado ver un año más ! Nos sentimos triunfadores y que hemos sobrevivido ante una sociedad desenfrenada.
En República Dominicana, muchas personas piensan que el Año Nuevo es un evento sincronizado, algunos creen que las manecillas de reloj marcan la misma hora a nivel mundial, pero no es así, cada país celebra su Año Nuevo con diferentes matices y la hora no es la misma que la nuestra. Por ejemplo, hay un país donde el Año Nuevo llega primero, me refiero a la República de kiribati, ubicada en el Pacífico Central. Pero saben algo, no importa lo que pensemos, no es de tanto valor las diferencias en el tiempo, lo importante es entender que el tiempo viene y se va; el tiempo se retira, y se marcha sin preguntarnos, es por eso que celebramos con una mezcla de sentimientos y pensamientos que salen de los rincones más profundo que posee el ser humano.
Es bueno celebrar, pero también, debemos entender y tener muy presente que el Año Nuevo no nos trae el éxito en forma de regalo, no existe una fórmula o una magia que nos haga crecer de manera automática o como resultado de un cambio de año. Muchas personas nos desean un nuevo año próspero y lleno de felicidad, entendemos el deseo, pero un deseo sin planificación y sin una estrategia se convierte en un capricho efímero. Debemos ser intencionales, debemos escribir nuestros deseos, a esos deseos debemos agregarles un plan de acción, con fechas; además, algo muy importante es buscar a personas de confianza en las cuales podamos depositar y compartir nuestros sueños y deseos. Cada uno de nosotros necesita mentores, asesores, consejeros, alguien con experiencia que nos ayude a concretizar nuestros sueños y deseos. El Año Nuevo puede servir de parámetro, de motivación y de inicio, pero si no existe un ejercicio intencional que nos lleve a la ejecución, nos quedaremos en el primer piso queriendo llegar al decimo piso, solo soñando y deseando.
Como articulista de este prestigioso periódico me gustaría dejar una motivación, y es la siguiente, que este Año Nuevo, el pueblo dominicano pueda crecer de manera integral, que entendamos que hemos nacido para gobernar, emprender y transformar; trabajar para tener una economía con más equidad, que cuidemos el medio ambiente y que tengamos un crecimiento espiritual que nos permita tratar a los demás con dignidad.