El tío Sam, Cuba y América

El tío Sam, Cuba y América

La V Cumbre de Las Américas celebrada recientemente en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, tuvo como actor central al presidente estadounidense Barak Obama, mientras que el tema de mayor relevancia fue la hermana isla de Cuba.

El gobernante norteamericano sorprendió de manera  positiva con su discurso inaugural al expresar: “No hay un socio principal y otro menor en nuestras relaciones; simplemente hay una implicación basada en nuestro respeto mutuo, nuestros intereses comunes y nuestros valores compartidos. Estoy aquí para lanzar un nuevo capítulo de acercamiento que continuará durante mi mandato”. Hablando acerca del gobierno de La Habana expresó: “No estoy interesado en hablar por hablar. Pero creo que podemos llevar la relación entre EE.UU. y Cuba en una nueva dirección”.

De su parte la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, al solicitar el cese del bloqueo norteamericano a  Cuba, agregó lo siguiente: “Es importante hoy plantearnos como punto de partida la necesidad de construir un nuevo orden regional, que dé cuenta de este mundo que no volverá a ser el mismo y dar cuenta de esta transformación significa saber que tenemos que relacionarnos, no de la subordinación, sino desde la colaboración y la cooperación”. 

Los gobiernos de México, Centroamérica y Suramérica, con la excepción de los de Colombia, Perú y Chile, han expresado de una u otra forma su rechazo al bloqueo norteamericano a  la Isla de Cuba, al tiempo que solicitan el cese del  embargo económico.  Inácio Lula, presidente de Brasil, ha dicho: “La normalización  de las relaciones con Cuba tendría un efecto extraordinario en la  imagen de Estados Unidos”. Previo al encuentro en Trinidad,  la secretaria de Estado norteamericana, Hilary Clinton, de visita en Santo Domingo, y refiriéndose a  la actitud de los  Estados Unidos hacia Cuba en los últimos 50 años,  dijo con franqueza que esa política había fracasado. 

El presidente de la República de Nicaragua, Daniel Ortega, señaló que la única manera de salvar el planeta, y con ello el desarrollo sostenible de la humanidad, es establecer las bases de un nuevo orden económico internacional y de un nuevo modelo económico social y político que “sea verdaderamente justo, solidario y democrático”. 

Enhorabuena viene a sentirse este giro de ciento ochenta grados en el estilo de comportamiento histórico de los jefes de Estado que han pasado por la Casa Blanca.  Hasta dónde las distintas fuerzas que componen el gran poder imperial consentirán que el nuevo presidente negro norteamericano pueda honrar al pie de la letra la palabra empeñada es asunto a comprobarse en el tiempo. Mientras tanto, resulta sabio y prudente aceptar como buena y válida, sin mucho escepticismo, la intención que encierra el enunciado del otrora senador por el  Estado de Illinois, ahora convertido en presidente de una nación en crisis. 

Cambian los tiempos, se alteran las circunstancias y surgen nuevas situaciones. Ya se sienten las fuertes brisas de una tormenta global que crece. Su epicentro ha sido ubicado en Washington y sin embargo sus efectos llegan hasta la China. El Continente Americano y el Caribe mantienen la fe en la sinceridad de la buena voluntad estadounidense.  La cruda realidad obliga a que todos nos acomodemos para resistir, sin exclusión alguna.

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