El TLC RD EU, ¿o la hormiga frente al elefante

El TLC RD EU, ¿o la hormiga frente al elefante

Pese a los factores en contra, de algo deberá servir a los productores nuestros, y con toda seguridad que a la gran legión de consumidores que somos todos los dominicanos, las inagotables horas de discusiones, reuniones de último minuto, cabildeos en los pasillos y llamadas telefónicas de consulta por parte de empresarios y comisionados que se llevaron a cabo en las interioridades del hotel Hamilton Crowne Plaza, en Washington, durante la semana que tuvo lugar la Tercera Ronda de Negociaciones para la firma del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y República Dominicana.

En un evento en el que se discutió desde comercialización de arroz, partes de cerdos y pollos, productos farmacéuticos, acceso a servicios, bebidas alcohólicas, propiedad intelectual, los seguros, entre otros tantos, es menester que se reclame el mayor apoyo en nombre del país, en unas deliberaciones que nos han llevado a tratar frente a frente con la nación más poderosa del mundo.

Como periodista que fuimos invitados a esa Tercera Ronda, en representación de CERTV canal 4, participamos como testigos (hasta donde se podían ver algunas cosas) de las defensas a sus respectivos sectores empresariales que hicieron Amílcar Romero, Simón Mahfoud, Osmar Benítez, Frank Castillo, Campos S. de Moya, entre otros representantes, y por la parte de los negociadores oficiales la ardua labor desplegada por Orlando Jorge Mera, Sonia Guzmán, jefa del equipo oficial dominicano, Carolina Mejía, Hugo Rivera y otros no menos meritorios.

Tal como ocurrió en las dos anteriores rondas, realizadas en Santo Domingo y San Juan de Puerto Rico, la República Dominicana se hizo representar en Washington por una bien nutrida representación de empresarios, más de 60 delegados oficiales como parte del Equipo Negociador y que se distribuyeron en las distintas comisiones de deliberación. El Congreso Nacional también estuvo representado por dos senadores y 5 diputados, pero en calidad de observadores.

Se ha prestado tanta atención a este convenio bilateral de comercio que en cada ronda allende los mares han sido invitados varios equipos de prensa. Pero en lo que se refiere a la gran prensa norteamericana, los espacios en torno al tema fueron y han sido ínfimos.

Además, si hubo participación de empresarios de EEUU en torno a lo que se llamó «la mesa de al lado» allá en Washington, como especie de observadores, lo hicieron en forma poco notoria, pese a que también son parte interesada en que se llegue al TLC. Alguien comentaba allá que todo hubiese sido distinto si la gran nación del Norte estuviese discutiendo un tratado comercial con Alemania, Japón, Gran Bretaña, Rusia, o cualquiera de las restantes potencias mundiales.

Sectores del oficialismo, dirigentes de oposición y la mayor representación del empresariado nacional han elogiado la labor desplegada por la representación dominicana en todos los procesos relativos al convenio. Claro está que hay sus contradictores, como el caso de Federico Cuello, experto en acuerdos comerciales y ex representante dominicano ante la Organización Mundial de Comercio, quien ha advertido que el sector productivo local no saldrá del todo favorecido con el CAFTA, que es el TLC entre Estados Unidos y Centroamérica, y que incluye a nuestro país.

Pese a que algunos sectores han externado sus reservas respecto a los resultados que pueda obtener el país del TLC con Estados Unidos, el Presidente Hipólito Mejía ha adelantado que lo suscribirá el próximo 22 de junio en Washington, junto a su homólogo estadounidense George W. Bush.

Durante la semana que se llevaron a cabo las discusiones entre las delegaciones de ambos países, del 8 al 15 de marzo en Washington, en honor a la verdad podemos decir que República Dominicana estuvo dignamente representada por toda una pléyade de jóvenes profesionales que pusieron bien en alto el nombre del país, sin dejar de hacer mención de la participación empresarial.

Pero, con todo y el tremendo esfuerzo realizado por nuestro equipo negociador, guardamos nuestras reservas en lo que respecta a asuntos relativos a la competitividad. Los productores nuestros no disponen de subsidio oficial, como lo tienen los de Estados Unidos.

Una diminuta nación como República Dominicana discutiendo asuntos digamos que de estrategia comercial con la principal potencia del mundo. Por más que queramos, no podemos dar un salto como quisiéramos todos los que habitamos este territorio.

Las autoridades dominicanas han puesto especial interés en que el TLC con Estados Unidos llegue a feliz término, que nuestros productores y en sentido general los consumidores, que somos todos, puedan beneficiarse de este acuerdo, que en definitiva será una inclusión en el convenio suscrito entre Estados Unidos y Centroamérica.

En medio de todo lo que implica un acuerdo comercial con Estados Unidos, debemos entender que en todo proceso de desarrollo industrial la energía eléctrica debe estar garantizada. Con deficiencias en ese orden, no se podrá llegar muy lejos. No podemos hablar de competitividad cuando el sistema energético nacional se maneja con serias deficiencias, cuando se suceden apagones incluso en zonas industriales que se prolongan por varias horas.

También, cuando tenemos unos recursos humanos que no podemos compararlo en preparación respecto a los de Estados Unidos. Ni qué decir del parque industrial, que en cuanto a tecnología no reúne todos los requisitos que reclaman los organismos internacionales de comercio.

El Presidente Mejía ha dicho que entre los retos que tiene el país para cumplir con los compromisos de un convenio bilateral está la eficientización del aparato productivo nacional para poder competir en los mercados de Estados Unidos.

Pese a todas las contrariedades que tenemos como sociedad organizada, no podemos ser invadidos por un pesimismo a ultranzas. No veamos esto de que es la lucha de la piedra contra el huevo, ni de David contra Goliat, ni de que el elefante está pisando a la hormiga. Debemos demostrar cortesía, pero también valentía para poder enfrentar los retos que nos depara el porvenir.

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