El TLC según Fabiancic

El TLC según Fabiancic

PEDRO GIL ITURBIDES
El representante permanente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en la República Dominicana afirma que no será tan beneficioso para el país un tratado de libre comercio tal cual fue pactado en agosto. Nicky Fabiancic no forma parte de ninguna de las cincuenta y siete asociaciones y federaciones de agroproductores que han dicho lo mismo. En consecuencia, no es sospechoso de intereses relacionados con un proteccionismo a ultranza para la agropecuaria dominicana.

Al hablar en el Segundo Encuentro del Grupo de Biarritz, en La Romana, lo hizo como un técnico, que es, en definitiva, el papel de estos embajadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Las antiguas representaciones permanentes de la ONU asumían un carácter diplomático. Los aspectos relacionados con la asistencia especializada a los países miembros la cumplían delegaciones de los órganos de la ONU.

No siempre estas delegaciones tenían oficinas permanentes en los países en los cuales cumplían misiones de asistencia, salvo aquellas instaladas en las capitales en donde eran radicadas. Con el PNUD es diferente. Este organismo se encuentra en un punto medio entre las antiguas representaciones diplomáticas de la ONU y las organizaciones técnicas preparadas para la asistencia a los miembros de la entidad. De ahí la trascendencia de lo dicho por Fabiancic.

Al igual que las asociaciones agropecuarias y de agroproductores dominicanos, Fabiancic es partidario de un acuerdo de libre comercio. Todos somos partidarios de abrir nuestras fronteras comerciales. Aunque somos igualmente partidarios de que se abran en un lado y el otro. El representante del PNUD ha señalado que tal cual fue concebido, el tratado de libre comercio no impulsará nuestro crecimiento.

Esto lo hemos dicho varios dominicanos en forma repetida, desde antes y después del 5 de agosto. Y en forma sistemática, persistente e indeclinable, lo han sostenido los productores agropecuarios, y los que procesan materia prima de este sector.

Pero lo más interesante de cuanto ha planteado Fabiancic es su afirmación sobre lo desfasado de los términos del convenio suscrito. En su texto se siguió un modelo superado, que es el de zonas francas industriales. Con dicho modelo ni la República Dominicana ni los países mesocontinentales podrán lograr niveles apropiados de crecimiento.

Las empresas de zonas francas son importantes para los dominicanos. Son una fuente de empleos para mano de obra ociosa en un país que carece de imaginación, de políticas públicas y no tanto de recursos económicos, para crear empleos en otras fuentes que no sean el sector público. O en esas zonas francas. Pero no puede el país sacrificarlo todo en aras de estas empresas trashumantes, cuyo enraizamiento se supedita a la pobreza permanente de los pueblos. Cuando esos pueblos elevan su nivel de vida -y los costos de ésta- esas empresas se alejan.

Esta realidad no puede ser ignorada. De ahí la importancia de la posposición de la ratificación del tratado por el congreso federal estadounidense. Ello ha permitido que discutibles aspectos del contenido del pacto tal cual se firmó, salgan a relucir en pronunciamientos como el de Fabiancic. Y de congresistas de los propios Estados Unidos de Norteamérica, que se vienen preguntando sobre la justeza del acuerdo. .

Por mi parte, resalto siempre a Dwight David Eisenhower, cuya política comercial estuvo animada por un espíritu de equidad y solidaridad. Me complace recordar lo dicho por él en cuanto a las relaciones comerciales de su país con sus aliados. Nada hacían los productores estadounidenses con vender mucho y comprar poco o nada, pues habría de llegar el instante en que sus adquirientes no tendrían un dólar con el cual pagar los productos. Esa verdad, sostenida en sus memorias, «Mis años en la Casa Blanca», tiene que ser pauta para cualquier acuerdo comercial multilateral como el concebido ahora bajo el nombre de «tratado de libre comercio». 

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