El toma y daca

El toma y daca

Los expertos corrían como hormigas  que recogen uno y otro desperdicio. Es curioso ver cómo las hormigas trabajan de manera coordinada. Cuando encontraron una avispa muerta, la arrastraron hasta depositarla en el lugar conveniente.

Los hombres  actuamos de otra forma.

Los resultados eran tan preocupantes que la junta de médicos no quería creerlos y luego de largas horas de discusión, en las cuales sobresalieron los profundos conocimientos de los galenos, se decidió hacer una tomografía.

El paciente fue preparado, había preocupación pero se trató de no alarmar a  familiares y parientes cercanos.

Mientras el equipo analizaba lo que  mostraban los resultados, se concluyó la gravedad de las  enfermedades requería de una profunda intervención científica para resolver los problemas más urgentes mientras se atendían, al mismo tiempo, los menos graves.

Fue entonces cuando se buscaron expertos extranjeros, acostumbrados a prescribir los tratamientos más avanzados en centros  donde se manejaban los últimos adelantos de la medicina, la llamada tecnología de punta.

Los distintos especialistas fueron consultados e iniciaron el ataque a los padecimientos de los principales órganos con tratamientos de emergencia, tratamientos de choque, para aliviar los padecimientos de aquel cuerpo tan deteriorado por la desidia, el no hacer, el dejar hacer, el dejar pasar, el no atender a tiempo los problemas para que, agudizados, las soluciones fueran de emergencia, incontroladas, cuando el problema creciera desmesuradamente.

Algunos de los sabios consultados nunca alcanzaron a entender cómo sobrevivía el paciente y en lo adelante atribuyeron esa vitalidad, esa capacidad de resistencia a un milagro de Dios. Luego de nadie sabe cuántos simposios, después que se intentaron todas las fórmulas habidas y por haber, los científicos se convencieron de que sin una intervención seria, constante y practicada con ánimo de resolver los problemas, el paciente colapsaría.

Ante el panorama, se decidió buscar un especialista que dirigiera el equipo de expertos y los integrara de tal modo que hubiera una dirección  que ejerciera la autoridad sobre el grupo de manera que actuaran en beneficio del paciente y no como estrellas independientes sino como miembros de un equipo.

Pero he ahí que el especialista encontrado era un vendedor de ilusiones que convencía con palabras, pero llevado al terreno de los hechos se convertía en un ser aislado,  carente de entendimiento, ciego ante los acontecimientos que ocurrían en su presencia, que prestaba oídos sordos a los reclamos de atención a tal o cual órgano.

Si cuando lee los padecimientos de ese paciente y la falta de acción efectiva y a tiempo se asemeja a la situación nacional, de eso hablo.

Ahora el Presidente de la República trabaja en la entrega de regalos a cambio de votos que necesita para un eventual referéndum.

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