Aunque algunos lo han señalado, pocos han hecho énfasis en algo que debería preocupar a nuestras autoridades, y es la costumbre de los dominicanos de dejar para última hora el cumplimiento con plazos o fechas límites.
Confieso que hace unos días, por circunstancias especiales, por suerte no catastróficas, tuve la obligación de conducir mi vehículo pocos minutos antes de la hora de inicio del toque de queda y la prisa me impidió conocer los detalles de un grave, quizás fatal, accidente en la autopista por donde transitaba y donde había una aglomeración de personas y varias ambulancias, detenidas y en dirección al lugar, lo cual me hizo reflexionar sobre el hecho de que la prisa, temor o pánico por no ser atrapados por el toque de queda fuera de sus hogares o lugares de destino, podría estar generando diariamente más accidentes y muertes que la misma covid-19, porque los episodios de encontronazos y desafíos a las unidades policíaco-militares, generan un terror que estresa a muchos y pierden la concentración y prudencia necesarias para transitar por calles y avenidas.
Sería interesante que se mida con precisión lo que ocurre una hora antes y media hora después de iniciado el toque de queda y tal vez eso serviría de guía para valorar alternativas como por ejemplo un período de control de velocidad con radares previo al inicio del toque de queda o cualquier otra iniciativa que pueda servir de freno a la desesperación con que la mayoría se mueve para no ser atrapada por el toque de queda que, tal vez, por las razones previamente descritas, casi podría denominarse el toque de muerte.