No hay dudas que la sentencia 168-13, evacuada por el Tribunal Constitucional en septiembre del 2013, alborotó de mala manera los sentimientos nacionalistas de ambos países de la isla de Quisqueya, que llevó a los Estados Unidos a pretender humillarnos emitiendo una visa a una ciudadana de origen haitiano en un pedazo de papel, y como respuesta a la opinión de la Cancillería dominicana a raíz del informe de los derechos humanos divulgados por el Departamento de Estado.
De esa manera, Estados Unidos, reafirma cuál es la línea que ha tomado en los asuntos migratorios dominico-haitianos, de un fuerte respaldo al país occidental de la isla y presionar que la “sentencia” sea ignorada, y permita, de ahora en adelante un flujo migratorio desde occidente sin ningún tipo de restricción ni uso de repatriaciones masivas, y le puso el último clavo al féretro al anunciar que se designará un funcionario en la embajada para que se ocupe de atender las quejas y denuncias de los haitianos por los abusos de los dominicanos, en una grosera intervención, para lo cual se debe asumir una actitud responsable de que la soberanía debe ser respetada y en un rechazo similar al informe sesgado del Departamento de Estado, supuestamente acabando con el proceder dominicano frente a sus vecinos isleños.
Las semillas de un enfrentamiento entre los dos países están germinando, y desde hace años las fuerzas armadas dominicanas en todos sus juegos de guerra, seminarios, ejercicios de adiestramiento, etc. siempre tienen como escenario un enfrentamiento con los vecinos occidentales, ya que no se podría pensar, como en tiempos de Trujillo, de programar aventuras guerreras hacia otras naciones del Caribe, que era el pensar del dictador al disponer de un poderoso aparato bélico, que no solo era para los desfiles patrióticos del 27 de Febrero o el 16 de Agosto.
Todavía el país sigue empecinado en sostener un abultada maquinaria de guerra, que cada año está renovando sus equipos y se exhiben en kilométricos desfiles en el Malecón, como una fuerza de disuasión hacia cualquier vecino pretendiendo romper espadas con los dominicanos.
Los hechos recientes, después de la evacuación de la “sentencia”, avanzan hacia una toma de conciencia de los dominicanos ya ubicados en dos frentes, uno nacionalista dispuesto a exigir una acción para limpiar al país de la presencia haitiana cada vez más numerosa. El otro, de dominicanos libres pensadores creyentes de la igualdad y por las ONG con fuertes raíces extranjeras por sus orígenes y sostenimiento, están comprometidos con una opinión favorable para una fusión y denostando a sus compatriotas que se oponen a esa masa humana de presencia tan abundante.
Las ONG pro haitianas están propiciando un camino de entendimiento y de aceptación de la realidad para permitir que los haitianos lleguen a raudales, sin importar que casi todos carecen de documentos de identificación, y eventualmente, convertirlos en ciudadanos dominicanos para ser unos instrumentos valiosos de las fuerzas políticas dominicanas, procurando hacerse de una cuota de poder de los estamentos del Estado, que ya como legisladores, alcaldes y hasta presidentes, puedan tener en sus demarcaciones una masa numerosa de isleños occidentales, reconocidos y dispuestos a apoyar a quienes sean el mejor postor para asegurarles establecerse en el país, y luego pudieran ser los agentes dormidos de Haití para marchar hacia el objetivo último de ese país: conquistar la famosa una e indivisible. Estamos en presencia del inicio de un calentamiento de las relaciones entre los dos países. Haití, como país maltratado y sufrido, hábilmente se ha ocupado de sembrar la cizaña entre sus países amigos para repudiar la “sentencia” y reclamar con ellos que se aflojen las leyes migratorias y que prácticamente se vuelva a lo que era antes, de manera que se acelere una migración, que estaba en aumento por la gravedad de la sequía que afectaba la isla. Ellos carecen de sistemas de canales de riego que les garantice el agua de sus escasos ríos para llevarla a las parcelas, pero aquí con canales nos permite disfrutar de cosechas que también contribuye a ellos alimentarse, con todo y restricciones que imponen las autoridades haitianas para permitir el ingreso de los alimentos que son esenciales para su alimentación.