El tormentoso año del presidente Medina

El tormentoso año del presidente Medina

Este primer año del segundo mandado del presidente Medina ha discurrido en medio de los escándalos de corrupción de mayor magnitud en la administración pública que se hayan conocido en la historia de este país. Entre esos escándalos sobresale la denuncia de sobornos de parte de la empresa Odebrecht a funcionarios del gobierno y a legisladores, básicamente, para que estos la favorecieran en las licitaciones para contratos de obras del Estado, además de la demostración de que parte del dinero de la campaña reeleccionista de Medina lo puso dicha empresa. Eso ha determinado que, de los doce meses del presente gobierno, ocho hayan discurrido en medio de un potente y extendido movimiento en su contra.
Nunca en nuestra historia política se había producido un movimiento de protestas de tal magnitud, en términos de su dimensión espacial y tiempo de duración. Nunca, fuera de los periodos de campañas electorales, se había producido marchas multitudinarias en las principales ciudades del país demandando los mismos objetivos, coordinadas por diversas formas organizativas político/social a nivel nacional que, en esencia, han dicho basta al entramado de la corrupción e impunidad que ha diseñado el PLD desde el 1996, fecha en que inició su primer gobierno. Eso ha determinado que un partido y su presidente que siempre habían mantenido un pleno, tranquilo y hasta orgiástico disfrute del poder, a solo 12 meses de mandato se encuentren en la incertidumbre, a la defensiva.
Lo evidencia el hecho de que antes de la fecha exacta de este su primer año de gobierno, desde los círculos que son sus entrañas comienzan a salir voces, amplificadas por sus bocinas, anunciando que Medina no pretende reelegirse en el 20. En nuestra cultura política es inusual que, faltando tres años para unas elecciones presidenciales, desde las referidas entrañas se adelanten ese tipo de declaraciones. Claro, con ellas se quiere distraer el movimiento de protestas en su contra, pero es la amplitud y permanencia de estas, básicamente, lo que ha determinado dichas declaraciones. De lo contrario, hubiese seguido la vieja cultura del fantasma de la reelección para mantener en el barco toda su tripulación junto a los pasajeros, algo difícil en un barco zarandeado por una tormenta que ya tiene ocho meses de recio y sostenido azote.
Por los escándalos y la acción del movimiento de protestas contra estos, en su primer año de mandato la imagen del presidente Medina se ha empañado significativamente en sectores sociales que antes le favorecieron electoralmente; también se ha empañado su imagen en el plano internacional empañando así la imagen del país, evidenciando la crisis de legitimidad de su gobierno y la crisis de gobernabilidad que en su interior tiene el PLD. En este primer año de gobierno peledeísta, como nunca antes se ha creado un clima de indignación político y social en toda la población que indica que ese partido ya no puede seguir gobernando como antes, que finalmente es posible sacarlo del poder.
Pero eso no basta, para derrotar el continuismo peledeísta es necesario diseñar una propuesta política creíble y factible que haga del movimiento factor determinante para la confluencia de la pluralidad de fuerzas políticas realmente democráticas.

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