Con sus calles destruidas y la falta de funcionamiento de los servicios, Villa Mella es una comunidad golpeada por la pobreza. Allí se encuentra, con más de 30 años de existencia, la Iglesia Evangélica Asambleas de Dios Lirio de los Valles.
Sus miembros han creado lo que llaman El alfolí. Es una especie de almacén lleno de alimentos de toda clase. Se dispone de este recurso cuando un hermano o familia de la comunidad atraviesa por alguna necesidad económica. Pero estos alimentos se obtienen mediante el esfuerzo de los mismos creyentes. En los cultos de los domingos los fieles llegan a la iglesia con la Biblia en una mano y, en la otra, con una funda conteniendo algún producto que es depositado en El alfolí.
Lo que hace esta iglesia en Villa Mella, lo hacen de manera común y normal las congregaciones en Estados Unidos. La diferencia es que el Estado americano dispone de los fondos para eso. Los pastores y sacerdotes sólo deben retirar con sus licencias cada semana cargas de alimentos que distribuyen entre los pobres de la comunidad. En República Dominicana el Estado da poca importancia al trabajo que realizan las entidades religiosas. Todo lo contrario, en lugar de ayudar se le aprecia como un gran competidor.
Esto, que es cultura dentro del protestantismo, debería ser apoyado a los fines de que se dinamice y que logre mayor impacto entre los pobres de las comunidades marginadas donde las iglesias ministran la fe. Difícilmente una entidad o agencia del Gobierno logre el control de la realidad social de las comunidades como lo hacen las congregaciones religiosas.
Es un recurso y vía idónea que bien podría ser aprovechado para llegar con eficiencia, transparencia y amor a los necesitados.