El trago amargo de la disciplina

El trago amargo de la disciplina

Inculcarle a las masas perredeístas la disciplina que nunca han tenido en los pasados 48 años, es una tarea muy cuesta arriba por parte del nuevo presidente del partido y su equipo de trabajo, empeñados en tener una maquinaria política que funcione según sus criterios y adecuada para llevar a cabo sendas campañas electorales que les garantice el triunfo, tanto en las elecciones del próximo año como en las presidenciales del 2012.

La militancia del PRD es dominada por las improvisaciones, las turbas y el desorden, en que sus líderes pensantes, las pasan negras para controlarlas y someterlas a la obediencia. De ahí que casi siempre algunos la han utilizado para los fines menos sensatos de la política. El tiempo que pasan en la oposición les permite manejar a la militancia a su antojo con agitaciones constantes en contra del régimen gobernante.

La experiencia de muchos dirigentes perredeístas, animados de buena fe para organizar el partido para alcanzar el poder, es frustrante por los resultados cuando las masas indómitas arremeten en contra de todo lo establecido, llevando el desorden a las mismas y una corrupción rampante que deja muy maltrecha a la maquinaria burocrática estatal.

Las lecciones del PRD como un partido indisciplinado están vigentes en el sentir del país. Se anhelaba que surgiera alguna fuerza capaz de domesticar ese desorden  de una agrupación política considerada como la más democrática y liberal que había llegado al país en aquel inolvidable año de 1961, a las pocas semanas de los acontecimientos históricos del 30 de mayo.

Desde ese momento, el proceso de adoctrinamiento político social demócrata, emprendido por el líder en aquel entonces del PRD, el profesor Juan Bosch, rindió sus frutos cuando de repente el país entero se identificaba con la causa liberal de la democracia y de la libertad, aceptando como parte del léxico popular palabras como tutumpote o los hijos de Machepa.

El PRD inició su caminar en el país en un sendero sinuoso. No pudieron sus dirigentes sintonizar ni asimilar la prédica boschista por las ambiciones manifiestas de quienes se cobijarían a la sombra del gran líder, que arrepentido, quiso sacarle las garrapatas al buey que más jala y terminó abjurando del mismo para luego fundar al PLD en 1973.

El PRD, entre tumbos gloriosos y aberrantes derrotas y vergüenzas por sus escándalos de latrocinio, ha llegado a manos de una nueva mentalidad más empresarial que política, buscando imponer la disciplina, ausente de todo lo que había sido el partido. Era que sus dirigentes se acomodaban a las demandas de sus masas, llenas de una enorme necesidad de lograr prebendas de su gobierno o el dinero fácil de actos de corrupción de las más variadas especies, como los ocurridos en el 2003 con la quiebra de los bancos.

En esos intentos, de encarrilar al PRD por el sendero de la modernidad política, hay esfuerzos muy a las claras que podrían abrir heridas profundas cuando, a la brava, el flamante presidente pretende rodearse de dirigentes del “siseñor”, evitando confrontamientos indeseables si surgieran, en cargos directivos en las elecciones del próximo día 27, personajes conflictivos en sus pronunciamientos y aguerridos en su accionar partidista.

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