El tránsito solo necesita aplicar las normas

El tránsito solo necesita aplicar las normas

Hasta que no veamos medidas específicas y concretas en las calles y avenidas de las ciudades y en las autopistas y carreteras, no podremos decir que estamos avanzando en la organización del caótico transporte vial de la República Dominicana. Ya ni siquiera necesitamos leyes y normativas municipales, porque las tenemos. Lamentablemente, estas no se cumplen por flojera de las autoridades, por indisciplina de los conductores y los peatones y por una creciente cultura de anarquismo en las vías públicas que se ha impuesto en nuestra sociedad.

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El país necesita, además, estudiar en el terreno qué medidas tomar para ordenar el comportamiento de las motocicletas que están por montones por doquiera, cuyos conductores exhiben un desparpajo que impresiona y apena. Estos motoristas gozan violando los semáforos, por ejemplo, y deslizándose en medio de los vehículos. Generalmente no llevan cascos protectores y pocas veces los llamados agentes de tránsito los detienen para pedirles cuenta y para sancionarlos por su conducta. Es necesario afirmar, sin embargo, que estos motoristas son esenciales para el sistema de transporte de nuestro país. Ellos trasladan pasajeros, cubren distancias que otros medios no cubren y durante la pandemia de Covid-19, y después, se constituyeron en imprescindibles. Por lo tanto, la solución no puede ser combatirlos sino organizarlos, legalizarlos, asignarles espacios especiales en las grandes vías y obligarlos a cumplir las leyes y las normativas municipales.

Con los vehículos pesados, sean estos de carga o de pasajeros, no puede haber una solución que no sea obligarlos a cumplir las obligaciones establecidas en las leyes y en las normativas municipales. Los incumplimientos y la rebeldía deben ser doblegados con la incautación. Así, sin más, porque el orden y la organización en ocasiones conllevan medidas de fuerza.

Lo que necesitamos, pues, es sabiduría vial, experiencia en el manejo de las cuestiones viales, y el cumplimiento de la ley con el respaldo de las máximas autoridades de la nación. Todo lo demás sobra.