Una polémica resolución del Consejo de Regidores del Distrito Nacional autoriza mayor número de habitantes en zonas de terrenos que no reúnen condiciones para edificaciones grandes, están habitacionalmente sobrecargadas y los servicios públicos son deficientes o no existen.
Se afectará entre otros ámbitos a El Millón, Evaristo Morales, Ensanche Quisqueya, El Cacique, Mirador Norte y Piantini, sin escuchar ni respetar a las juntas de vecinos que siempre ponen en primer plano la realidad de que a sus inapropiadas vías de tránsito se suma la infuncionalidad en materia de alcantarillados sanitarios y de drenajes pluviales que les hacen más difícil desenvolverse satisfactoriamente.
Situaciones que amenazan su futuro como lugares de fluidez en la circulación y de apropiadas infraestructuras urbanas. Significa que muchas y costosas propiedades estarían expuestas a la depreciación y al éxodo en busca de más hospitalidad. El perfil de urbanizaciones despejadas, organizadas y cercanas a otros espacios importantes de la ciudad acrecentó de un tiempo a esta parte el interés de situar allí inmuebles caros y hacer buen negocio con familias de clases media y alta.
Pero lo demasiado hasta Dios lo ve. Por años, no ha habido racionalidad. La planificación urbana se fue a la porra y las autoridades municipales, notoriamente, dejaron manos libres a los desarrolladores para la saturación de apartamentos en los lugares.
Vivir diciembre con templanza
El carácter conmemorativo de la Navidad,antes que de festividad desbordante en gastos, no está llamado a perder significado por la urgencia de prevenir enfermedades, aunque algunos insistan en preferir la aglomeración gozosa añadida a una tradición que nació en nombre de la paz y el amor. Todo indica que los pueblos, y no solo el dominicano, están obligados a frenar entusiasmos y cohibirse en este diciembre, aceptando las limitaciones en horarios y cercanías sociales.
Desconocer la prioridad de evitar contagios del coronavirus sería una irresponsable inclinación hacia los daños colectivos y un culto desproporcionado al placer. Es poner los apetitos por el disfrute egoísta por encima de la importancia de conservar la salud y la vida propia y de los demás. Es un diciembre de obligaciones con la moderación.